Historias, Tácito, Libro I, 1

El texto a comentar corresponde a Tácito, y se trata de la introducción de su obra “Historias”, concretamente el primer párrafo del primer libro (aunque le falta una frase inicial...) La versión de la obra que se ha leído para hacer el comentario es la traducción francesa de Jean-Louis Burnouf, disponible (dentro de las “Obras completas de Tácito”) en http://remacle.org/bloodwolf/historiens/tacite/histoires1.htm, traducción que se me recomendó.

...Nam post conditam urbem octingentos et viginti prioris aevi annos multi auctores rettulerunt, dum res populi Romani memorabantur pari eloquentia ac libertate: postquam bellatum apud Actium atque omnem potentiam ad unum conferri pacis interfuit, magna illa ingenia cessere; simul veritas pluribus modis infracta, primum inscitia rei publicae ut alienae, mox libidine adsentandi aut rursus odio adversus dominantis: ita neutris cura posteritatis inter infensos vel obnoxios. sed ambitionem scriptoris facile averseris, obtrectatio et livor pronis auribus accipiuntur; quippe adulationi foedum crimen servitutis, malignitati falsa species libertatis inest. mihi Galba Otho Vitellius nec beneficio nec iniuria cogniti. dignitatem nostram a Vespasiano inchoatam, a Tito auctam, a Domitiano longius provectam non abnuerim: sed incorruptam fidem professis neque amore quisquam et sine odio dicendus est. quod si vita suppeditet, principatum divi Nervae et imperium Traiani, uberiorem securioremque materiam, senectuti seposui, rara temporum felicitate ubi sentire quae velis et quae sentias dicere licet.

Les huit cent vingt ans écoulés depuis la fondation de Rome jusqu'à cette époque n'ont pas manqué d'historiens ; et, tant que l'histoire fut celle du peuple romain, elle fut écrite avec autant d'éloquence que de liberté. Mais après la bataille d'Actium, quand le pouvoir d'un seul devint une condition de la paix, ces grands génies disparurent. Plusieurs causes d'ailleurs altérèrent la vérité : d'abord l'ignorance d'intérêts politiques où l'on n'avait plus de part ; ensuite l'esprit d'adulation ; quelquefois aussi la haine du pouvoir. Ou esclaves ou ennemis, tous oubliaient également la postérité. Mais l'écrivain qui fait sa cour éveille assez la défiance, tandis que la détraction et l'envie trouvent des oreilles toujours ouvertes. C'est que la flatterie porte le honteux caractère de la servitude ; la malignité plaît par un faux air d'indépendance. Pour moi, Galba, Othon, Vitellius, ne me sont connus ni par le bienfait ni par l'injure. Vespasien commença mes honneurs ; Titus y ajouta, Domitien les accrut encore, j'en conviens ; mais un historien qui se consacre à la vérité doit parler de chacun sans amour et sans haine. Que s'il me reste assez de vie, j'ai réservé pour ma vieillesse un sujet plus riche et plus paisible, le règne de Nerva et l'empire de Trajan, rares et heureux temps, où il est permis de penser ce qu'on veut, et de dire ce qu'on pense.

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A diferencia de muchos otros autores, nuestro conocimiento de Cornelius Tacitus se concreta casi totalmente en su obra. No tenemos claro ni su praenomen (¿Caius, Publius? ¿De la gens Cornelia?) ni las fechas exactas de su nacimiento y muerte. Por cálculos indirectos, basados en observaciones en su propia obra, o en referencias a coetáneos (p.ej, a su amigo Plinio “el Joven”) deducimos que nace alrededor del año 55 d.C. y que muere no mucho más allá del año 117 d.C. De su vida sabemos poco: se casa con la hija de Agrícola, sigue una carrera oficial relativamente estándar, es orador antes que historiador... pero, a cambio, sabemos que es un observador privilegiado de su época, ya que en su infancia ha conocido a Nerón (54-68 d.C.), luego a Galba, Otón, Vitelio, Vespasiano, Tito, Domiciano, Nerva, Trajano y en su vejez, posiblemente, a Adriano (117-138 d.C.) En su obra “Historias” se reflejará este conocimiento directo de la realidad romana, aunque también nos haya dejado sus reflexiones sobre la primera época imperial en los “Anales”.

Estas dos obras que acabamos de citar son las que suelen considerarse como sus “obras mayores”, y están acompañadas por otras de menos entidad pero de no menor interés, como “De vita Iulii Agricolae”1 escrita desde una posición de parentesco con el biografiado que le confiere un interés especial, y “De origine et situ Germanorum”.

Los “Anales” recogen los hechos acaecidos entre la muerte de Augusto y la de Nerón, es decir, entre los años 14 y 68 d.C. Se cree que constaba la obra de un total de dieciséis libros, de los que nos han llegado completos diez, y dos más parcialmente. La estructura de la obra es muy lineal, muy “cronológica”, y los hechos descritos toman en ella el papel principal, aunque sin ser narrados con un exceso de detalle. Su mismo título nos lo pone de manifiesto, recordándonos las crónicas que se escribían anualmente en Roma, casi como un diario de los acontecimientos que se consideraban significativos.

Las “Historias”, donde figura el texto a comentar, tienen una orientación bien diferente, y están escritas con un nivel de detalle muy superior al de los Anales. También nos han llegado muy incompletas (se considera que constaban de catorce libros, y sólo tenemos completos los cuatro primeros y parte del quinto...) de manera que no se está muy seguro de cómo se desarrollaron realmente por Tácito. Por lo que tenemos, podemos ver que se ha profundizado mucho más en los acontecimientos que se narran, y que, aunque cronológicamente los hechos descritos en ellas sean posteriores a los de los Anales, no podemos concluir que sean una continuación de estos. La mayor diferencia, en nuestra opinión, es que las Historias narran lo que Tácito ha visto -y sufrido- directamente, mientras que los Anales hacen referencia inevitablemente a otras fuentes, ya que no cuentan experiencias directas del autor. En cualquier caso, el tratamiento que de las fuentes2 hace Tácito intenta ser riguroso (mucho más que el de Tito Livio, por poner un ejemplo recientemente comentado) aunque su manera de explicar las cosas, muy personal e intensa, le hace en muchas ocasiones amoldar los hechos a sus intenciones, y no al revés. Y hay que hacer constar que además Tácito no escribe “en solitario”... Lo acompañan Suetonio (70-126 d.C.) y Plutarco (46-120 d.C.) como mínimo... Si bien la época gloriosa -en diferentes aspectos- de Cicerón, Julio César, Virgilio, Tito Livio... empieza a quedar irremisiblemente atrás (y Tácito la añora claramente) no puede decirse que Tácito se mueva en unas coordenadas de inferior nivel. Es cierto que su obra rezuma, en nuestra opinión, un pesimismo vital que no hemos detectado en Tito Livio, por ejemplo, pero ello no es óbice para que veamos en ella el trabajo de un historiador que va evolucionando hacia concepciones más afines a lo que modernamente pedimos en ese trabajo.

Las “Historias” se escriben unos años después de la muerte de Domiciano, que en muchos aspectos es un punto de inflexión en el devenir de Roma y en la propia vida/obra de Tácito, quien parece “despertar” a la Historia en ese momento. En esencia, podemos decir que en ellas asistimos a una explicación del proceso de pacificación y renovación llevado a cabo por Vespasiano tras el desastre de Nerón y del “año de los cuatro emperadores”. Sabemos que la obra abarcaba desde la muerte de Nerón (68 d.C.) hasta la muerte de Domiciano (96 d.C.) pero la parte conservada desarrolla sólo los dos primeros años de ese período, entre la muerte de Nerón y las campañas de Tito en Judea. Hay suficiente, no obstante, para detectar en ella la posición de Tácito ante la evolución de Roma, pesimista, nostálgica de un pasado más libre, oscilando entre su repulsa a la falta de libertades cívicas y su inquietud por el mal uso de las mismas... La misma rapidez con la que ocurren los acontecimientos narrados parece influir en el estilo literario de Tácito, rápido, vivo, de estructura breve, escueto pero expresivo, características que lo hacen denso y difícil de traducir manteniendo su ritmo .

En el párrafo que nos ocupa observamos dos ideas esencialmente. Por un lado, el texto constituye una declaración programática de la obra de Tácito. Cita a los emperadores que lo han llevado hasta donde está ahora, y que van a constituir el hilo conductor de sus Historias. De esos emperadores afirma que no ha recibido daño alguno, pero es evidente que se refiere a su propia persona, dado que en el párrafo siguiente (Historias, 1, II) nos dice que “Opus adgredior opimum casibus, atrox proeliis, discors seditionibus, ipsa etiam pace saevum.”3 Diferencia tres fases de su relación con el poder: la primera, con Galba, Otón y Vitelio, viene a calificarla como anodina; la segunda, con los Flavios, es la que le ha impulsado en su carrera política/administrativa, y afirma que los tratará “sin odio ni afecto” -estas dos etapas son las que tratará en las Historias-, y finalmente nos anuncia una tercera etapa, con el “superviviente” Nerva y su hijo adoptivo Trajano (el primer emperador no italiano)4 Por lo que sabemos, no llegó a escribir esta parte, en la que esperaba encontrar un remanso de paz y seguridad, como la paz y la seguridad que Trajano llevó a Roma y que duró casi cien años.

La segunda observación que cabe hacer en el texto leído se refiere a la posición de Tácito frente al poder, a la forma de ejercerlo, a la forma de darlo a conocer a la posteridad... Hay una crítica velada hacia otros historiadores, cuando pone al mismo nivel la elocuencia y la libertad. Pero a cambio hay una clara justificación de la acumulación de poder en la figura de Augusto “en interés de la paz”. El imperio se va a convertir en una institución permanente en la organización romana, y Tácito se debate entre su necesidad y sus evidentes puntos oscuros. Cita, por ejemplo, la dificultad de encontrar “buenos” emperadores, “se acabaron aquellos grandes talentos” nos dice, pudiendo referirse a los historiadores que lo precedieron pero también a los emperadores que conoció. Tácito piensa -como era normal en su época- que la historia es una cuestión de los individuos antes que de las instituciones, de las que desconfía, y es por eso, en nuestra opinión, por lo que acaba el texto con la gran alabanza que hace de Nerva y Trajano, en los que ve un hálito de esperanza que, como hemos visto en la Nota 4, no estaba injustificado en absoluto.

Seu quae fato manent, quamvis significata, non vitantur”
 
(Tácito, Historias”, 1, 18)

José Carlos Vilches Peña, en Vielha, abril de 2012.

NOTAS:

1 En la dirección http://www.jvilchesp.es/historia/mr/imperio/britannia puede verse un pequeño apunte sobre esta obra, en el marco general de la romanización de Britannia.

2 Se suelen reconocer en esas fuentes los trabajos de Aufidio Baso, Cluvio Rufo, Plinio “El Viejo”, Fabio Rustico, así como crónicas oficiales, especialmente las senatoriales, tal como se ve en la documentación consultada.

3  “Abordo una época rica en desgracias, atroces combates, dividida por sublevaciones, cruel aún en la paz.”

4 El primero también de los Antoninos, “los cinco emperadores buenos” según Maquiavelo (ver http://www.filosofiadigital.com/?p=1039 y “la época más feliz de la humanidad” según Gibbon (ver http://es.scribd.com/doc/13619294/The-History-of-the-Decline-and-Fall-of-the-Roman-Empire-by-Edward-Gibbon (ver página 8, al final)