4.-Theotokos Pammakaristos

En esta tercera parte del trabajo se nos propone el estudio de una obra de arte relacionada directamente con Bizancio, de época tardía. Tras algunas consideraciones y con la ayuda del consultor, se ha escogido para ello una obra arquitectónica, situada en la ciudad de Bizancio / Constantinopla / Estambul, la iglesia llamada Theotokos Pammakaristos, Θεοτόκος ἡ Παμμακάριστος, La Bienaventurada Madre de Dios, hoy convertida en la Mezquita de la Victoria, Fethiye Camii1.

En primer lugar, se hará una introducción general al Imperio Bizantino / Imperio romano de Oriente, enfocando después con más detalle la propia ciudad de Bizancio, para, finalmente, entrar en el estudio de la Iglesia de Pammakaristos.

 

➊Ya hemos visto anteriormente en este trabajo cómo Diocleciano divide el Imperio Romano en dos partes, la Occidental y la Oriental (año 285), cómo Constantino refunda Bizancio (año 330) y legaliza la religión cristiana (“Edicto de Milán”, año 313; Concilio de Nicea, año 325) , cómo Honorio y Arcadio fijan definitivamente la partición del Imperio cuando muere Teodosio “el Grande” (año 395) , cómo en el año 476 Odoacro reconoce a Zenón, en Oriente, como su emperador, renunciando a la continuidad el Imperio Romano occidental...

Así pues, en el año 476 nos encontramos con la situación de que el único Imperio Romano del que cabe hablar es el de Oriente, y que además habría que empezar a denominarlo Imperio Bizantino2 ya que su trayectoria y desarrollo inician una andadura propia. Procuraremos usar el nombre de Imperio Bizantino sistemáticamente, aunque también se usa el de Bizancio a secas, por lo que a la capital del Imperio la denominaremos preferentemente como Constantinopla para evitar confusiones.

En el orden geográfico, el Imperio Bizantino no era en absoluto una nadería. Iliria y Dacia eran sus diócesis más pobres, pero Tracia, Asia y Ponto eran la columna vertebral del Imperio, que además conservaba Siria, Mesopotamia y, sobre todo, el granero de Egipto. El mar bañaba todas sus costas, permitiendo una fácil comunicación entre sus puertos. Desde el punto de vista cultural, aunque la población era en principio muy variada en sus orígenes, el Imperio Bizantino venía a coincidir con el área lingüística griega, que se potenció aún más y le dió coherencia y continuidad, como lo hizo también el cristianismo. El arte bizantino se benefició de esta coherencia, y siempre fue por delante de lo que sucedía en occidente. Es difícil precisar la población del Imperio Bizantino en sus inicios, pero se apuntan cifras3 del orden de los 16-20 millones de habitantes. Senadores y decuriones, junto con los inevitables jefes militares, conformaban el entramado político. El pueblo llano, campesino en su mayoría, sufría una fuerte fiscalidad, e iniciaba un proceso de migración hacia las ciudades, especialmente las tres más grandes (Constantinopla, Antioquía y Alejandría). Posiblemente, el punto más débil del Imperio fuera el ejército, mal pagado y mal organizado, y, al principio fuertemente infiltrado de germanos, tal como sucedía también en la Roma occidental.

Por tanto, cabe concluir que el inicio del Imperio Bizantino es “prometedor”, potencialmente con capacidad de expansión, si bien con importantes problemas internos y externos, en realidad, una herencia/continuidad de su propio proceso de formación.

 

➋Sin poder entrar a fondo en ninguna de ellas, sí citaremos las cinco etapas4 en las que hemos visto que puede dividirse la historia de Bizancio.

Entre los años 457 y 6025 podemos hablar de una etapa de prosperidad a pesar de las dificultades (por ejemplo, las de Anastasio frente a intentos de invasión y rebeliones internas...) que cristaliza en el reinado de Justiniano6. Apoyado en su general Belisario7, Justiniano inicia una serie de campañas militares -Persia y Armenia, Crimea, África de los vándalos, las islas del Mediterráneo- que constituyen una auténtica “reconquista” de territorio. Pero en el año 541 una epidemia de peste bubónica, de las primeras que tenemos documentadas, hizo auténticos estragos en la parte más septentrional de Bizancio, y se inició una época de serias dificultades demográficas, económicas y militares.

Los dos siglos que van entre los años 602 y 7808 son realmente complicados para Bizancio. Heraclio elimina y sustituye a Focas, que había accedido al poder de manera harto dudosa, pero la situación es cada vez peor, y el Imperio va perdiendo territorio (quizás el 50% del mismo...) en diferentes invasiones, sin que las medidas de Heraclio9 logren frenar esta sangría. En el 626 el persa Cosroes II10 llega a sitiar Constantinopla... en el 633 los recién aparecidos califas musulmanes ponen al ejército bizantino al borde de la desaparición en Yarmuk11... los árabes conquistan Siria y Egipto, y son una fuente constante de dificultades, llegando también a sitiar Constantinopla... En el trasfondo de estas vicisitudes se encuentra una dicotomía que planeará siempre sobre Bizancio: su territorio, su economía, no producen los suficientes ingresos como para mantener una política militar adecuada a las difíciles necesidades, pero sin ese ejército la pérdida de territorio está asegurada. Es una espiral en descenso, de la que es casi imposible salir. Y en el interior, las disputas religiosas -monofisismo- se complican extraordinariamente con la aparición del fenómeno de la iconoclasia12, iniciado formalmente por el emperador León III “el Sirio”. Su hijo Constantino IV y su nieto, León IV, logran, tras innumerables campañas militares -guerra civil incluida-, estabilizar en cierta manera el Imperio. La pérdida territorial disminuye en intensidad (aunque realmente está en su punto más bajo13 antes del “principio del fin” en el 1200...) ,

El siglo y medio que va desde el año 780 hasta el 102514 constituye una cierta excepción en el proceso de decadencia que viene siendo la historia del Imperio Bizantino hasta aquí. Las figuras femeninas de Irene, Teodora y Zoe introducen algunos elementos positivos en sus respectivos mandatos/regencias, los árabes están perdiendo un tanto su impulso inicial, los generales bizantinos tienen relativo éxito en campañas de consolidación de fronteras... Todo se auna para que los emperadores Nicéforo II, Juan I y Basilio II15 condujeran al Imperio a una situación mucho más fuerte y segura que la que había al principio del Siglo IX, doblando casi su extensión territorial, triplicando sus efectivos militares, mejorando la economía y la demografía (la población sube a 12 millones de habitantes, frente a los 7 millones del año 780), extendiendo la influencia política y artística (la arquitectura monumental se recupera un tanto) de Bizancio en su territorio propio y en sus zonas de interés (Rusia, por ejemplo...) , las fronteras -excepto al sur- han vuelto casi a las que fueron en el Siglo V,... Sin grandes alardes y sin poder decir que todos los problemas están resueltos, entre Irene y Basilio II se desarrolla esta época de prosperidad y de “buen hacer” por parte de todos los implicados en el gobierno del Imperio, si bien es cierto que algunas circunstancias exteriores, como la situación interna del mundo árabe, ayudaron a estos logros.

La etapa que va desde el año 1025 hasta el 120416 presenta una complejidad tal que parece conveniente subdividirla en varios tramos para su comentario. Se inicia con una serie de una docena de emperadores mediocres y de corto reinado, que logran dilapidar las reservas económicas dejadas por Basilio II y, con la mezcla de inactividad y de reformas inadecuadas, hacen que el ejército pierda eficacia de manera notable. Por tanto, ante las agresiones selyúcidas en Anatolia y las pérdidas, a manos de los normandos, en la Italia bizantina que quedaba, poco podía hacerse. En el 1071, la batalla de Manzikert17 contra los selyúcidas acabó desastrosamente, siendo capturado el propio emperador Romano IV. Al final de esta etapa, que acaba en el año 1081 cuando es nombrado emperador Alejo Comneno I, y a base de una mala gestión de los recursos públicos (con fuertes devaluaciones monetarias incluidas) , de una mala gestión del ejército y, todo hay que decirlo, de algunos acontecimientos desafortunados e imprevisibles, se encuentra el Imperio Bizantino en la menor extensión territorial de toda su historia, con la pérdida de la parte central de Anatolia, el corazón del Imperio, y en una situación de auténtico peligro en cuanto a su supervivencia. Alejo Comneno I18 y Juan II Comneno logran reconducir en parte la situación durante unas pocas decenas de años, pero todo vuelve a ir cuesta abajo con sus sucesores. Cabe decir, sin embargo, que el arte bizantino no parece decaer en esta época, antes al contrario. Incluso la arquitectura, a pesar de su coste, se mantiene viva en estos dos siglos, el XI y el XII, que tantas dificultades han visto. Por ejemplo, Juan II Comneno hace construir el espléndido monasterio19 de Cristo Pantocrator en una de las colinas de Constantinopla. Pero en general, hacia finales del siglo XII, Bizancio está en una fase crítica, que se agudiza con el episodio de la toma de Constantinopla por los cruzados (de la cuarta cruzada20) embarcados en la flota veneciana que debería haberlos llevado a Egipto. En vez de eso, y por motivos políticos (lucha por el poder entre dos líneas sucesorias antagonistas) y económicos (ambiciones venecianas de control/influencia comercial) los cruzados y los venecianos asaltan Constantinopla. La muralla que mira al Cuerno de Oro no resiste el asalto, y Constantinopla cae, por primera vez en su historia.

Los años comprendidos entre 1204 y 146121 son, en gran medida, “un milagro” de supervivencia. La fragmentación del anterior Imperio Bizantino se concreta en un llamado “Imperio” Latino (con la capital en Constantinopla como casi único activo, controlado por los venecianos) y los “Estados” bizantinos: Nicea, Trebisonda, Epiro,... que tras sucesivas contiendas entre ellos es el Imperio de Nicea, con Juan Vatatzes al frente, el que se queda con la mayor parte del poder bizantino. Su sucesor, Miguel Paleólogo, prepara la recuperación de Constantinopla, con una alianza con los genoveses, rivales marítimos de los venecianos. Pero en un golpe de audacia un destacamento niceno aprovecha un grave descuido defensivo de la ciudad, y prácticamente sin derramamiento de sangre se hace con ella. Miguel Paleólogo “restaura” la sucesión interrumpida en el Imperio Bizantino, con el nombre de Miguel VIII22 en el año 1261. Supo defender al Imperio de los ataques de venecianos, turcos, epirotas, latinos,... pero murió pronto. Con él se abre la última saga de emperadores de Bizancio, llamados todos Paleólogos: Andrónico II (el que contrató mercenarios catalano/aragoneses23, que le causaron más perjuicio que beneficio...) , Andrónico III (enfrentado con el anterior en otra guerra civil más...) , Juan V (un reinado desastroso, que puso a Bizancio a las puertas de la desaparición, etc, etc. Lo que queda de historia es sencillo de explicar, aunque no sea fácil de interpretar cómo Bizancio (casi reducido a Constantinopla) aún pudo hacer frente a los otomanos, que se habían extendido ampliamente a su alrededor24 e incluso mantener un buen nivel artístico en sus creaciones (obviamente, más modestas ya, pero aún dignas: decoración de Santa Sofía, Iglesia de San salvador de Chora, Iglesia de Theotokos Pammakaristos,...) El sultán Bayaceto I25 pone cerco en 1394 a Constantinopla, que resiste, ayudada de venecianos y genoveses (¡); el sultán Murad II26 vuelve a sitiarla en el año 1421 y además vence a un ejército cruzado organizado para auxiliarla; el sultán Mohamed II27 asedia la ciudad, y con el concurso de la artillería pesada28, de la que los turcos llegaron a ser maestros, abren una brecha en las murallas. Los defensores, en un número excesivamente bajo para atender la gran longitud de murallas a defender, se ven obligados a luchar ya sin esperanza en el interior de la ciudad, muriendo incluso el emperador, Constantino XI Paleólogo29. Es el año 1453... En el año 1461 cae el pequeño Imperio de Trebisonda, último estado bizantino que quedaba. Han sido mil años de Imperio Bizantino... hablar de “fracaso” parece exagerado ante una duración tal, y en cualquier caso, serían los aspectos políticos, no los culturales ni los artísticos, los que fracasaron.

 

➌Aunque la ciudad que fue la capital del Imperio Bizantino, Constantinopla, ya ha salido citada en numerosas ocasiones en la exposición anterior, habría que añadir algún detalle que nos sirviese para enfocar la última parte de este trabajo. Poco añadiremos de la historia de la ciudad, pero de su posición y estructura sí que puede decirse aún mucho. Para empezar, su situación geográfica absolutamente privilegiada, en el punto de unión entre Europa y Asia. Su posición, tal como se ve en el dibujo adjunto, permitía una perfecta defensa gracias a sus murallas, construidas por Septimio Severo, Constantino y Teodosio. Al estar rodeada de mar por tres de los cuatro lados del trapecio que forma, la defensa aún era más fácil. Dos salvedades hay que hacer al respecto. La primera es que una extensión tal de murallas necesitaba un número proporcional de defensores para guarnecerlas, ya que en caso contrario no servirían de mucho. La segunda es que hay que hacer observar que la introducción de la artillería sería el fin de las defensas basadas en murallas, tanto en Constantinopla como en cualquier otro lugar. También colaboraba en las posibilidades de resistir los asedios la política de acumular agua en las numerosas y grandes cisternas existentes30.

La ciudad no tiene grandes alturas, estando su punto más alto situado a unos 80 metros sobre el nivel del mar. Esas alturas forman siete colinas31, en las que se han construido normalmente monumentos significativos. Seis de ellas forman un eje paralelo a la costa del Cuerno de Oro, en dirección ascendente Este-Oeste, y la séptima está aislada de las demás, apoyándose en ella la parte más curva de la muralla de Teodosio, la más exterior de las construidas.

Reconocemos en Constantinopla muchas estructuras urbanísticas romanas, destinadas en muchos casos a dar relevancia a la monumentalidad que una capital exige. Por ejemplo, se observa claramente el eje viario principal, que nace en el Gran Palacio al este, en la primera colina, y que discurre hacia el oeste, abriéndose en diferentes vías para ir a buscar las puertas32 de la ciudad en la muralla teodosiana, y se adivinan las vías que cruzan perpendicularmente a la principal, intentando salvar las dificultades orográficas de la ciudad.

Y si en la actualidad hay que usar el nombre de Estambul, no se ha de olvidar que debajo de él subyace todavía el recuerdo de lo que fue Constantinopla, antes Byzantion, un asentamiento humano desde el año 660 a.C., capital de varios Imperios.

 

➍Saliendo de Estambul por alguna de las calles que se corresponden con las antiguas puertas de la muralla que discurre paralela al estuario33 del Cuerno de Oro, y cruzando el Puente de Gálata, llegaremos al antiguo barrio “europeo” de Constantinopla, el barrio de Gálata o de “los genoveses”. En su punto más alto, en 1348, los genoveses que se habían aliado con Constantinopla construyeron una torre de vigía/baluarte, que hoy llamamos la Torre Gálata34. Con sus más de 50 metros de altura, domina toda la zona del Cuerno de Oro, y desde el estrecho mirador circular que tiene en su terraza superior ofrece una vista espectacular de Estambul, ya que se ve de frente toda la sucesión de las seis colinas de este frente marítimo. A nuestra izquierda, en lo más abierto del estuario, la primera colina, con el Palacio de Topkapi, la Iglesia de Santa Sofia, la Mezquita Azul... A la derecha del todo, en la parte estrecha del Cuerno de Oro, casi al límite de lo que los edificios modernos nos permiten ver, en la falda de la quinta colina de Estambul, se encuentra la Iglesia de Theotokos Pammakaristos.

La construcción, como tantas otras, tiene sus orígenes un tanto confusos. Sobre un posible templo del siglo VIII, se atribuye a Juan II Comneno y a su mujer Ana la primera construcción35 del monasterio que nos ocupa, a principios del Siglo XII. Ello se basa en una inscripción, hoy perdida pero copiada en su día, en donde se habla de ellos36. Pero de acuerdo con Van Millingen37, la inscripción no puede hacer referencia a Juan II Comneno, pues su mujer no se llamaba Ana. Siderides sugiere38 que la inscripción debe referirse a los abuelos de Juan II, el curopalates39 Juan Comneno y su mujer Ana Dalassena40 (también llamada Ducaena, nombre que comparte con Irene Ducaena41, su nuera, la mujer de Alejo I), lo que remontaría la fecha de construcción a unos años más atrás, quizás al reinado de Miguel VII Ducas. La inscripción no aclara si es una obra nueva o una reconstrucción/remodelación, aunque por el estilo arquitectónico y decorativo parece más probable que se trate de una reconstrucción, según Siderides42.

Lo que es mejor conocido es que a finales del siglo XIII la iglesia sufre una remodelación tan importante (con el primer deambulatorio típicamente paleólogo) que quienes la hacen son calificados de “fundadores”. Hay dos referencias muy claras al respecto que nos permiten saber quienes son. Una aparece en una obra del poeta Philes43 cuando nos dice, haciendo referencia a una figura representada en una pared del monasterio: “¿Ves, o visitante, este gran hombre? No es otro que el protostrator44, el constructor de este monasterio, la maravilla del mundo, el noble Glabas”45. Y hay otra inscripción46 en la iglesia, junto a dos figuras con vestimentas nobles, que dice “Michael Ducas Glabas Tarchaniotes47, protostrator y fundador; María Ducaena Comnena Palaeologina Blachena, protostratorissa y fundadora”. Como sabemos según Millingen48 que Glabas fue nombrado protostrator en 1292 y que podía nombrar abades del monasterio en 1295, cabe fechar pues esa reconstrucción entre los años 1292 y 1295. Glabas muere en una fecha no claramente determinada, pero que puede estar comprendida entre 1304 (cuando es enviado a contener una invasión búlgara) y 1310/1315, momento en que su viuda hace construir, adosada a la iglesia existente por su lado sur, una capilla funeraria en recuerdo de su marido.

La planta de la capilla (parekklesion) es en forma de cruz griega, con la cúpula apoyada en cuatro columnas y precedida de un nártex. Los materiales básicos son el ladrillo y el mortero, habituales en el lugar y en el momento. Su decoracn se hizo a base de mosaicos, que han sido restaurados y constituyen un perfecto ejemplo del arte bizantino de la época, sólo por detrás de la Iglesia de San Salvador de Chora. En los arcos de la cruz y en las crucetas de la bóveda se conservan las imágenes de los padres de la Iglesia, separados por una cornisa del resto del techo en el que vemos lo que queda (la Epifanía) de las escenas del Evangelio. Arriba del todo, en la cúpula, el Cristo Pantocrator rodeado de doce profetas. En el diakonikon (al sur del ábside central) y en la prothesis (al lado contrario) se representan los fundadores de las sedes de los obispos de la Iglesia: San Gregorio, San Atanasio, etc. Entre ambos, en el ábside principal, se representa a Cristo “hyperagathos” (el “sumamente bueno”; la capilla está dedicada a Christos ho Logos, “Cristo la Palabra -o el Verbo-) con la Virgen, San Juan Bautista y los cuatro Arcángeles. Hay que interpretar que están intercediendo por el alma del difunto Glabas, ya que alrededor del Cristo se ve una inscripción49 que dice “Marta la monja [María Ducaena] edificó esta ofrenda a Dios en memoria de Miguel Glabas, su esposo, que fue un guerrero excelente y un digno protostrator”. Este carácter funerario de la capilla se ve reforzado por la presencia de varios arcosolia, en uno de los cuales se piensa que fue enterrado Glabas. Unos años más tarde, el uso funerario de la capilla indujo a la construcción de un nártex que, prolongando la capilla, rodea la iglesia principal por todos sus lados, excepto, claro está, el de los ábsides al Este50.

Y como en todas las iglesias del período paleólogo, vemos que se ha roto la proporcionalidad entre el continente y el contenido, entre la arquitectura portante y la decoración doctrinal51. Cada parte de esa decoración, sea pintura o mosaico, se extiende ocupando todo el espacio del que se dispone, sin ninguna consideración hacia la escala, la proporción con el entorno... de manera que se produce una clara sobrecarga decorativa, muy evidente en San Salvador de Chora por su alto grado de conservación, pero también presente en Pammakaristos. La perspectiva es utilizada de manera poco ortodoxa, produciendo figuras un tanto irreales, limitadas por una concepción del espacio pictórico que no pudo evolucionar como lo hizo, p. ej, la pintura italiana de la misma época.

Si se compara la decoración de la capilla de esta Iglesia de Pammakaristos con otras de la misma época, se advierten diferencias sustanciales, como pone de manifiesto Yerasimos52, por ejemplo. Comparándolo con Chora, o con los Santos Apóstoles de Tesalónica, ambas coetáneas, se advierte un cierto estatismo, una general “blandura”, una cierta “insipidez”, premonitorias de tiempos peores. Ello sin entrar en el tema de la pervivencia excesivamente repetitiva de ciertos modelos estereotipados, como se advierte comparando el Pantocrator de Pammakaristos con el “arquetipo” del icono del Cristo del Sinaí, del Siglo VI53.

Para ver las reformas sobre la construcción primitiva, tanto antes de la caída de Constantinopla como después de la misma, puede ser interesante estudiar estos dos planos, tomados de los dos libros de referencia utilizados. En esencia, las reformas anteriores a 1453 consistieron en la creación del nártex exterior ya citado, y las posteriores se dedicaron a convertir la iglesia en una mezquita, con importantes modificaciones interiores para conseguir los espacios de oración habituales en el Islam.



Tomado de Yerasimos, pág. 136

Tomado de Millingen, pág. 161


La complejidad arquitectónica de la iglesia es tal que recomendamos la lectura detallada de la obra de Millingen54, en la que puede seguirse con detalle. Se trata del capítulo VII íntegro, entre las páginas 138 y 163, con todas las características arquitectónicas, planos, alzados, y algunas fotografías reveladoras.

La historia de la iglesia tras la caída de Constantinopla presenta dos fases, tres si se quiere. En la primera, desde 1455, la iglesia es la sede del Patriarcado bizantino. La segunda empieza en 1586, cuando el sultán Murat III transforma la iglesia en la mezquita “de la victoria” Fethiye camii. La tercera empieza a mediados del Siglo XX, cuando se hace una restauración a fondo del edificio, y se divide en dos partes. Todo, menos el parekklesion, queda reservado al culto islámico, y en la capilla dedicada a Glabas, restaurada por el Byzantine Institute of America dirigido por P. Underwood, se ha formado un museo55 que recoge esencialmente todo lo que sobrevivió de la iglesia original.

Nos encontramos, recordémoslo, en pleno período del que se vino en llamar “el renacimiento paleólogo”, una época que si bien era de decadencia en lo político y en lo militar, no lo era en absoluto en lo artístico, como la iglesia de la que estamos hablando atestigua, o como podríamos ver también en San Salvador de Chora, en la decoración de Santa Sofía... Los Paleólogos, como hicieron los Comnenos, mantuvieron -junto con sus nobles- una más que digna actividad artística, más meritoria cuanto peores eran las condiciones del entorno. El momento de esplendor de las artes decorativas bizantinas ha alcanzado su madurez, y a partir de este momento las cosas ya no serán lo mismo...

NOTAS:

2TREADGOLD, W., “Breve historia de Bizancio”, pág. 52

3TREADGOLD, W., obra citada, tabla de la pág. 277.

4TREADGOLD, W., obra citada, introducción e índice general.

5TREADGOLD, W., obra citada, Cap. 3, especialmente las páginas 76 a 88

8TREADGOLD, W., obra citada, Cap. 4.

10http://fr.wikipedia.org/wiki/Khosro_II (en realidad, el sitio lo lleva a cabo uno de sus generales, Sharvaraz)

13TREADGOLD, W., obra citada, tabla de la pág. 17. De cuatro millones de kilómetros cuadrados en el reinado de Constantino I se ha bajado a menos de un millón. Para que sirva de comparación, recordemos que la Península Ibérica tiene una extensión de algo más de medio millón de km2.

14TREADGOLD, W., obra citada, Cap. 5.

16TREADGOLD, W., obra citada, Cap. 6.

21TREADGOLD, W., obra citada, Cap. 7.

24Máxime si se tiene en cuenta que las tremendas epidemias de peste fueron recurrentes desde mediados del siglo XIV:

http://imperiobizantino.wordpress.com/2007/04/19/la-muerte-negra/

28http://books.google.es/books?id=U3Vb5IKY7ecC&pg=PA145, páginas 145-150, un vívido relato de los últimos días de Constantinopla antes de convertirse en Estambul.

30Un buen plano para hacerse una idea del conjunto de Constantinopla puede verse aquí:

http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Byzantine_Constantinople.png (usar el zoom)

31Pueden verse perfectamente en el plano que hay en la dirección

http://en.wikipedia.org/wiki/File:Byzantine_Constantinople_eng.png (usar el zoom)

32La puerta de más al sur es la Puerta Dorada, tocando casi al Mar de Mármara, punto de salida de la Vía Egnatia, que nos llevaría hasta Tesalónica, y más allá hasta Dyrrachium (la actual Dürres albanesa) donde se podría pasar a Brindisi para seguir a Roma por la Via Appia (César y Pompeyo tuvieron un prólogo de Farsalia en Dyrrachium...)

http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Via_Egnatia-en.jpg (usar zoom)

36Puede leerse esa inscripción en el clásico libro de Alexander VAN MILLINGEN “Byzantine Churches in Constantinople. Their History and Architecture” pág. 138, abajo, traducida en la nota 2,  http://books.google.com/books?id=GATdxe0jn9oC&pg=PA138

38MILLINGEN, obra citada, pág. 139.

42MILLINGEN, obra citada, pág. 139.

45MILLINGEN, obra citada, pág. 139, traducción propia.

46MILLINGEN, obra citada, pág. 140, traducción propia.

48MILLINGEN, obra citada, pág. 140.

49YERASIMOS, Stéphane, “Constantinopla, la herencia histórica de Estambul”, pág. 137 (de las páginas 135- 138 se han tomado los datos arquitectónicos y decorativos)

50Para hacerse una buena idea de lo explicado, esta serie de fotografías de muy buena calidad puede ser útil: http://archnet.org/library/images/thumbnails.jsp?collection_id=&location_id=8864

51MANGO, Ciril, “Bizancio”, en Los Tesoros de Turquía, pág. 128 y 129

52YERASIMOS, S., obra citada, pág. 137.