El reparto de África: blanco sobre negro
 

El reparto de África: blanco sobre negro


1-Índice.

2-Objetivo de estas páginas.

3-Los protagonistas.
31-Europa: imperialismo y colonialismo.
32-África: un lugar en la historia.

4-Causas y características del reparto.

5-El reparto, en síntesis.

6-El reparto, en detalle.
61-En el norte: Túnez y Egipto, 1881-1882.
62-El Congo y Leopoldo II de Bélgica (1882-1885)
63-África Oriental: Zanzíbar, Inglaterra y Alemania. La diplomacia. (1885-1890)
64-África Occidental: Inglaterra y Francia. Comercio y guerra (1890-1898)
65-Egipto y el Nilo: Francia e Inglaterra en Fachoda (1893-1898)
66-África Meridional: blancos contra blancos (1890-1902)
67-En el norte de nuevo: Marruecos (1905-1912)

7-A modo de conclusión y resumen: el después.

8-Biblio y webgrafia.

9-Anexo.-Unos mapas imprescindibles.
A1-África hacia 1880.
A2-África en 1914.
A3-África en la actualidad.

10-Notas en el texto.


2-Objetivo de estas páginas.

En el marco cronológico de la transición del Siglo XIX al XX, y en el ámbito geográfico formado por Europa y África, la PAC3 propone el estudio del proceso de expansión colonial europea en el territorio africano. En ese estudio abordaremos la situación de partida de los protagonistas del reparto, las motivaciones que desencadenaron y alimentaron ese proceso, cómo fue el reparto territorial -y porqué fue así- y esbozaremos las repercusiones que se detectan en el momento actual africano.

3-Los protagonistas.

31-Europa: imperialismo y colonialismo.

Las grandes revoluciones americana y francesa de principios del Siglo XIX (entendido este de manera amplia) han abierto paso a los procesos revolucionarios europeos de la primera mitad de dicho siglo1. El nacionalismo y el liberalismo, unas veces aliados y otras en claro conflicto (al menos, ideológico) han conformado la historia europea de ese período, y, paralelamente, la incorporación de la burguesía a los resortes reales de poder (económico y político) ha sido imparable. Las unificaciones de Italia y Alemania han dibujado lo que será el mapa definitivo de los estados nacionales de la Europa Central. En la periferia de la misma, no obstante, perviven tres aún grandes imperios multinacionales, el austro-húngaro, el ruso y el otomano, uno de los factores de inestabilidad territorial y política que se alargarán hasta el conflicto de 1914, momento en el que ya se puede hablar de “cierre” de este largo2 Siglo XIX.

El desarrollo de la economía europea posterior a las unificaciones italiana y alemana se basa en gran medida en un proceso de acumulación de capital, de concentración de los procesos industriales y de incremento del poder de los bancos, que da lugar a la aparición del “imperialismo” en el sentido “moderno” del término. Efectivamente, en épocas anteriores los europeos ya han colonizado otros territorios allende sus fronteras, ya han creado “imperios” políticos con repercusiones económicas evidentes, pero la situación actual es diferente, y el concepto de “imperio” también lo es. Para dar salida al capital acumulado es necesario ampliar el ámbito territorial del mercado, y es también necesario ampliar la base demográfica que lo sustenta. Las colonias tradicionales “se han quedado pequeñas” y su papel convencional de generadoras de materias primas y de pequeñas consumidoras de bienes metropolitanos manufacturados ya no es suficiente para absorber el capital que la boyante actividad económica europea está generando.

Así pues, a partir de 1875 (por marcar un inicio...) Europa acuña un nuevo concepto -en muchos sentidos, “global”- y lo pone en práctica de manera rápida y eficaz. Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania, Holanda... entran en una dinámica de expansión territorial colonial, no exenta de rivalidades entre ellas, y que será otro de los factores a tener en cuenta en el comienzo del conflicto de 1914. El imperialismo se hace en gran medida “imperialismo nacionalista”, aglutinador de todo tipo de ideologías, y con algunos tintes racistas o, al menos , xenófobos.

La expansión colonial se dirige desde Europa hacia los dos continentes que tiene a su alcance, Asia y África, unas veces basándose en situaciones coloniales previas y otras partiendo desde cero. Debe aquí hacerse una referencia a la cuestión tecnológica, muchas veces descuidada en los estudios históricos: los conocimientos técnicos europeos, su capacidad industrial y logística, su desarrollo militar... hacen posible la expansión territorial que se emprende sin encontrar, en general, una resistencia eficaz por parte de los habitantes de los territorios invadidos.

En el ámbito que nos ocupa, Europa tiene en África muchos menos intereses económicos que en Asia, con la que ha venido manteniendo muchas más relaciones de todo tipo a lo largo de la historia. Así, cuando los europeos se lanzan sobre África, esta es “la gran desconocida”, y debe abrirse pues un fuerte proceso de exploración, en paralelo con el de colonización.

32-África: un lugar en la historia.

A mediados del Siglo XIX, ¿qué duda cabe de que los europeos “conocen” África? Los portugueses la han visitado y utilizado como una ayuda para sus rutas marítimas en los siglos XV y XVI, y lo mismo los holandeses en el XVII, así como los británicos, franceses... Inicialmente, se busca una ruta alternativa, bordeando África, que permita llegar a las Indias Orientales sin tener que pasar (y pagar el tributo correspondiente) por los países islámicos de los caminos terrestres tardomedievales. Pero pronto se busca la riqueza en el propio continente africano, que resulta ser una riqueza esquiva... poca minería, suelos poco fértiles, clima difícil... y así surge el fenómeno, la lacra, de la trata de esclavos negros3. Son capturados y transportados por europeos a las Indias Occidentales, en pleno auge económico, donde hace falta una mano de obra intensiva para determinados cultivos, como la caña de azúcar, azúcar que se consume en Europa, cerrando así un círculo infernal de esclavitud. Este fue un fenómeno extremadamente complejo, al igual que los problemas que planteó su abolición en el siglo XIX, y al que hacemos referencia aquí solamente para enmarcar la visión que un europeo podía tener sobre África y los africanos en la época que estamos estudiando.

Y así vemos cómo los europeos de ese momento pensaban en África como un territorio sin historia, con unos habitantes considerados como “mercancía” durante varios siglos y con unas riquezas potenciales que sólo la tecnología y el capital europeo serían capaces de hacer aflorar. Con esta idea en el pensamiento, no hace falta la más mínima justificación del expolio que se avecina; simplemente, se tiene derecho, un derecho “natural”, implícito en la dinámica de la historia, y se ejerce sin cortapisas ni remordimientos.

En cualquier caso, no cabe hacer juicios de valor sobre esta situación, fruto de unas circunstancias y condicionantes históricos inevitables. De hecho, la actitud europea hacia África ha sido prácticamente la misma hasta hace bien poco. Desde el punto de vista histórico, África ha estado hasta muy entrado el segundo tercio del siglo XX en el apartado de los “países sin historia”, ya que la palabra “historia” se asociaba sistemáticamente con la palabra “escrita”. El continente africano no cuenta con las fuentes históricas escritas necesarias para la historiografía tradicional, y es así que la historia de África -que la tiene, dado que el tiempo también pasa por ella- sólo se ha desarrollado a fondo en los últimos cuarenta años, con un cambio de mentalidad de los historiadores difícilmente producible anteriormente.

Sabemos pues así que en el año 1875, en el que (un tanto arbitrariamente) nos hemos fijado los inicios de nuestro estudio, hay una pequeña presencia europea en África, así como también la hay árabe. Hay que citar en primer lugar a los boers en el Sur, tan claramente integrados en África que casi no se les puede ya considerar europeos. Se encuentran franceses en el Senegal, británicos en el Níger y en el Cabo, portugueses en Angola, árabes en Zanzíbar,... repartidos en unos pocos asentamientos costeros, con una economía más dirigida hacia el tráfico marítimo que hacia los productos interiores del país, economía que languidece un tanto a la par que la trata de esclavos va disminuyendo.

Ante esa mínima presencia extranjera, la África autóctona ofrece lo que sin lugar a dudas puede calificarse de “enorme diversidad”: diversidad étnica, diversidad cultural, diversidad económica y diversidad política. Se está hablando, no hay que olvidarlo, de un extensísimo continente, con unas profundas diferencias entre sus gentes y sus territorios. Pero hay un factor común importantísimo para el futuro del continente, la baja demografía africana4 en esta época. Motivada por múltiples causas (la trata de esclavos, la gran mortalidad debida a las enfermedades tropicales y los brotes de peste, la economía estrictamente de subsistencia), esta falta de población condicionará los sucesos venideros, ya que, salvo alguna excepción, no llegan a consolidarse estructuras políticas de una cierta envergadura en todo el continente.

Así, encontramos en el Norte de África estados de raíz otomana como Túnez, Argel, Egipto..., prósperos, ya en la órbita económica europea, realizando algunos esfuerzos “modernizadores”, pero extremadamente fragmentados y frágiles en lo político. En el Occidente africano, la influencia europea es casi nula en el momento precolonial, el nomadismo del pastoreo es una de las características fundamentales de la economía de la zona, e impide que se pueda superar la fragmentación política de la sociedad. Si acaso, cabría señalar la unificación, con una cierta estabilidad, de los hausa bajo la organización del Califato de Sokoto a partir de 1804, pero que es más una excepción que una norma en toda la región. En el Sur, algunas de las entidades políticas que pueden considerarse mínimamente estables (como el Reino Zulú o el Reino Suazi) consiguen su unificación a base de mantener un militarismo agresivo tanto hacia el exterior de su incierta frontera como hacia su propia organización social. Por otra parte, la situación de toda la zona está muy condicionada por la presencia de la colonia británica de El Cabo desde 1806, única zona de todo África en que la presencia del hombre blanco es porcentualmente significativa. Y por último, en el África Oriental, quizás la más aislada de todo el continente, se produjo un fenómeno de pauperización motivado por la sobreexplotación de las pocas fuentes de riqueza disponibles (marfil en la zona del lago Tanganica, por ejemplo), que llevó a toda la zona a una situación de pobreza y violencia extremas5 en la época de nuestro estudio, con una situación social y política inestable intrínsecamente.

En resumen, una potentísima Europa, que inicialmente no tiene grandes intereses en África, va a poner su punto de mira en un continente diverso en lo geográfico, variado en lo étnico y completamente fragmentado en lo político. El escenario está preparado y el telón a punto de levantarse.

4-Causas y características del reparto.

Cuando se pretende analizar las causas que motivan un hecho histórico, lo primero que puede hacer es comentar “cuándo empezó”, pensando que el análisis de sus comienzos dará alguna pista sobre la causalidad de los hechos. En el caso del reparto de África que nos ocupa, este enfoque no nos conduce a nada concreto, pues dependerá de nuestra interpretación “a priori” el que hagamos una elección u otra de los hechos que consideramos relevantes para el comienzo. Si hablamos de la expansión francesa en Senegal (iniciativas un tanto personales de los gobernadores coloniales de turno), nuestra fecha de partida será el 1879; si focalizamos nuestro interés en la expedición de Gambetta sobre Túnez, deberemos hablar del 1881; si nuestros intereses son más que nada economicistas, es evidente que el arranque de la partición de África lo situaremos en el control financiero ejercido por Francia e Inglaterra en Egipto, con la consecuente ocupación de este en 1882; si estamos interesados en las relaciones de poder centroeuropeas del momento, habrá que señalar el año 1884 como crucial, ya que Bismarck se lanza en ese momento sobre el escenario africano como parte de su política europea general. Y así, ad infinitum.

Por tanto, de los inicios no sacaremos muchas pistas sobre las causas, que habrá que buscar en un plano más general. Ya lo hemos apuntado en los párrafos anteriores (véase el punto 1.1), y, de manera muy resumida, puede decirse que el reparto de África fue una consecuencia inevitable del imperialismo europeo, nacido a su vez de la revolución industrial. Este enfoque de tipo económico se ha visto complementado, más recientemente, por otras componentes causales de tipo más político y geoestratégico. Sobre todo en el caso inglés, África fue un trampolín para la defensa de sus intereses más amplios en Asia. La importancia estratégica del Canal de Suez también suele citarse como una de los focos claves de la política británica en África, de la misma manera que los primeros intereses comerciales de Holanda en el Congo, o la utilización de la expansión colonial alemana como parte de la política centroeuropea de Bismarck. Y tampoco hay que olvidar el aspecto tecnológico de la cuestión: la medicina europea, sus medios de transporte, su logística comercial, su clara superioridad militar,... hizo posible lo que se hizo.

Pero una vez empezado el reparto, sea ese momento cuando sea, aparecen otro tipo de causas que inciden en su desarrollo, mantenimiento y culminación, y aquí es más fácil fijar alguna de ellas. La primera, interior: no hubo -no pudo haberla- una auténtica oposición africana al reparto. De entrada, porque no hubo durante bastantes años nada a lo que oponerse. El reparto eran unas líneas sobre un mapa, que no implicaban nada concreto en la vida del día a día africano. Posteriormente, cuando el reparto pasa del papel al territorio, la oposición indígena jamás tuvo lugar a gran escala, ni espacial ni temporal. Hay que añadir, además, que la mayor guerra originada durante el reparto, la de los bóers, fue en realidad mantenida entre blancos. En segundo lugar, el reparto se desarrolló hasta sus últimas consecuencias ya que no hubo ninguna intervención exterior que modificase la dinámica colonial emprendida. Los países no europeos (Rusia, Japón, Estados Unidos) estaban con los ojos puestos en el posible reparto de China -que no llegó a producirse- y así los países europeos tuvieron las manos libres para hacer en África el reparto que quisieron hacer, y que efectivamente hicieron.

El detalle de este reparto se verá en los puntos siguientes del estudio, pero encontramos algunas líneas generales en todo el proceso que es conveniente comentar previamente para establecer el marco general. En primer lugar, es un proceso rápido, muy rápido en realidad. En segundo lugar, es un proceso sin grandes sucesos bélicos (que no sin violencia), como podía esperarse dada la escala continental a la que se produce. Las excepciones las constituyen la guerra de los boers ya citada, la conquista inglesa del Sudán y la italiana de Etiopía, poca cosa para los patrones bélicos de Europa en toda su historia. Y en tercer lugar podemos decir que es un proceso en dos fases, una sobre el papel, realizando una partición sobre una abstracción en el mapa, y otra sobre el territorio, que dió contenido a posteriori a las decisiones tomadas previamente.

5-El reparto, en síntesis.

Es posible utilizar muy diversos enfoques para abordar el “cómo fue” el reparto colonial de África. Por ejemplo, uno de ellos sería el estrictamente cronológico; otro, el que describiese lo realizado por cada país europeo; otro, el que abordase el estudio de manera regional. De esos tres citados se ha elegido el último, dado que parece que puede ser el que mejor organice la descripción que pretende hacerse. Así pues, dentro de cada región africana en la que los sucesos del reparto mantengan una cierta coherencia e hilazón, se estudiará la cronología y la autoría de los mismos.

A continuación hacemos un esquema previo de lo que posteriormente se desarrollará, con la intención de tener una panorámica general sobre ello:


  1. En el norte: el inicio de “la cuestión” en Túnez y Egipto (1881-1882)
  2. Una “anomalía”: el Congo de Leopoldo II de Bélgica (1882-1885)
  3. En el oriente: la racionalidad de Inglaterra y Alemania (1885-1890)
  4. En el occidente: Inglaterra y Francia, comercio y guerra (1890-1898)
  5. En el Nilo: Inglaterra y Francia, al borde del conflicto (1893-1898)
  6. En el sur: blancos contra blancos (1890-1902)
  7. De vuelta al norte: Marruecos (1905-1912)

6-El reparto, en detalle.

61-En el norte: Túnez y Egipto, 1881-1882.

❶El establecimiento del protectorado francés en Túnez en 1881 y la ocupación inglesa de Egipto en 1882 ponen sobre la mesa la cuestión que ya hemos tratado antes: ¿es aquí y ahora donde se inicia el reparto de África? Muchas veces se acepta el sí como respuesta, pero en realidad es en Senegal (ver punto 4.4) donde Francia inicia su nueva política colonial tras la derrota de 1870. Así pues, el empezar esta exposición por el norte no es más que uno de los muchos “principios” posibles.

❷En el trasfondo de lo que se ha convenido en llamar “la cuestión oriental” encontramos la política centroeuropea de Bismarck6. Tras la derrota de Francia en 1870, el tratado de Frankfurt hizo a esta ceder Alsacia y Lorena a Alemania, lo que inevitablemente abrió una brecha profunda en las relaciones francoalemanas. En 1878 el Congreso de Berlín, cuyo objetivo principal era el de “poner orden” en los Balcanes, asigna a Francia la región de Túnez (geográficamente, una simple prolongación de Argelia) como compensación a otras decisiones adoptadas. En un principio, Francia no acepta esta posibilidad con gran entusiasmo, quizás recordando aún la aventura mejicana. Pero unos pocos años más tarde, y a instancias del diplomático barón Alphonse de Courcel7, el ejecutivo francés (con Gambetta8 al frente) decide intervenir en Túnez, tal como se le había autorizado. En la primavera de 1881, y con el pretexto clásico de “problemas fronterizos y ayuda a la autoridad local” se produce la intervención militar francesa, y se obliga al Bey de Túnez, Mohamed al Sadok9, a firmar el tratado de El Bardo, en el que se sientan las bases del futuro protectorado, figura jurídica que de facto duró bien poco, pues Francia no tardó en adoptar un comportamiento claramente colonial, con la absoluta desaparición de cualquier tipo de autonomía local. De esta manera, Túnez, con un millón de habitantes y una economía fuertemente endeudada, se convierte en una de las primeras colonias europeas en África, y se pone de manifiesto que Francia “vuelve a contar” en la escena europea, y, por descontado, en África.

❸Aunque Francia, a partir de Argelia y Túnez, ocuparía a la larga todo el Magreb, su interés mayor -ya desde Napoleón Bonaparte- era el territorio del Nilo, Egipto. Por el contrario, Inglaterra no parecía tener un gran futuro en este país, ya que sus intereses imperialistas miraban sobre todo a la India, la perla de la Corona. Sin embargo, es Inglaterra la que, por un conjunto de circunstancias muy diversas, acaba por hacerse con el control de Egipto y de todo el valle del Nilo al sur del mismo. Quizás la primera de esas circunstancias sea la abertura del Canal de Suez, en 1869, (por un francés, Ferdinand de Lesseps10) , cuya importancia estratégica fue inmediatamente evidente, así como su potencial económico en relación con la ruta marítima hacia Asia. Junto con el Canal, el Jedive Ismail11 emprendió un fuerte programa de modernización del país, que no tuvo más remedio que financiar a base de empréstitos, que condujeron a la economía egipcia a un estado de quiebra financiera completa en 1876. Los acreedores principales, Francia e Inglaterra, se hacen cargo de la intervención de la economía egipcia, fuerzan la sustitución de Ismail por su hijo Tawfik12, y en 1879 puede decirse que Egipto está bajo la soberanía de ambos países. Las protestas egipcias no tardan en producirse, y en 1881 los militares, al mando del coronel Arabi Pachá13, se hacen con el poder político, haciendo salir así a luz el conflicto de autoridad entre el Jedive, los militares y las potencia europeas que controlan la economía. Gladstone14, desde el gabinete inglés de gobierno, intenta que sea el Imperio turco el que resuelva la crisis de autoridad en Egipto, pero tropieza con la oposición de Francia, que no quiere perder su influencia en el país. Así, la única salida que queda es la intervención militar, que, como siempre, se apoya en un pretexto cualquiera (en este caso, “la protección del Canal”) y no tarda en hacerse con el control total del poder en Egipto. Francia se retira, e Inglaterra se afinca para muchos años sobre el Nilo.

❹Después de la Primera Catarata del Nilo, en Aswan, se abre al sur el territorio desértico de Nubia, que da paso aún más al sur a lo que podemos llamar el Sudán egipcio, un territorio casi tan grande como la India, frontera entre el mundo árabe y el mundo negro, uniéndolos a través del Nilo y de sus afluentes. Sudán formaba parte de Egipto ya desde las décadas de 1820-1840, cuando la política expansionista de Mohamed Alí (abuelo de Ismail) lo sometió al poder de El Cairo. También Ismail practicó la política de su abuelo, y expandió el control de Sudán más hacia el ecuador, con ayuda de gobernadores, tropas y armamento ingleses. El general Gordon15 es nombrado en 1877 gobernador de todo Sudán, y aparentemente pacifica el territorio sudanés, retirándose posteriormente. Sin embargo, la revolución mahdista16 de 1881 expulsa a los gobernantes egipcios de Sudán, y en 1883 puede decirse que se está ya consolidando un nuevo reino17. Gordon es llamado para ayudar a la evacuación de Sudán, pero convierte su misión en un intento de vuelta al stato quo anterior, y se ve asediado casi un año en Jartum, donde muere en enero de 1885. La frontera del dominio inglés de Egipto queda fijada en la Segunda Catarata, en Wadi Halfa, donde estuvo ya en tiempos de Mohamed Alí.

❺Si Túnez puso de manifiesto que Francia iba a tener una presencia significativa en África, la ocupación inglesa de Egipto iba a marcar fuertemente el proceso de partición de África. A partir de la Convención de Londres de 1885, Alemania empezó a tener también responsabilidades económicas en Egipto, mientras que Francia no acababa de asimilar su pérdida de poder en el mismo, pérdida que intentaría superar más adelante y que también procuró compensar con la colonización de otros territorios. Inglaterra, por su parte, quedó “atrapada” por el control financiero y político de Egipto, viéndose obligada a ampliar su influencia hacia Sudán y hacia los Grandes Lagos, y ello le llevó también a la ocupación de otros territorios.

62-El Congo y Leopoldo II de Bélgica (1882-1885)

❶El río Congo atraviesa África Central de Este a Oeste, describiendo un gran arco abierto hacia el Sur, y delimita una gigantesca cuenca fluvial de cuatro millones de kilómetros cuadrados, más grande que el subcontinente indio. Por extensión llamamos Congo a esa cuenca, formada por sabana al norte y bosque al sur. De historia todavía no muy estudiada, los europeos descubren el Congo en 1482, en un viaje de exploración portugués. Tras varios siglos de ser un importante centro de la trata de esclavos, a mediados del siglo XIX la economía de los asentamientos europeos en la zona se basaba en el comercio de productos agrarios, en el apoyo a la navegación, y poco más.

❷En este momento se produce un hecho anómalo en la colonización de África: un país joven, Bélgica, con una importancia muy limitada en el conjunto europeo del momento, se hace con la posesión de una gran porción del pastel africano (la décima parte de todo el continente), y no precisamente una porción pobre. Además, el proceso se inicia como una aventura personal de su segundo monarca, Leopoldo II18, interesado en tener un dominio colonial a toda costa. Las exploraciones de Livingstone19 y, sobre todo, de Stanley20, demuestran que el río es una buena puerta de entrada al África Central, y Leopoldo II contrata a Stanley a la vuelta de sus viajes de exploración hasta 1885. Mientras estas exploraciones tenían lugar, Leopoldo II logró organizar una “Conferencia Internacional Geográfica” en Bruselas, en setiembre de 1876. En ella se sentaron las bases de la intervención en el Río Congo, planteada inicialmente como un asunto de cooperación internacional, cooperación compleja que nunca se puso realmente en funcionamiento. Leopoldo II se consideró legitimado para llevar a cabo de manera directa y personal la intervención decidida, y entre la Conferencia de Bruselas de 1876 y la de Berlín en 1884-1885 consiguió hacerse con el control del Congo.

❸En una primera fase, las “buenas intenciones” internacionalistas derivaron hacia una empresa de carácter estrictamente comercial y de tipo privado, sin intervención estatal belga de ninguna clase. A continuación, lo comercial deja paso, o mejor dicho, incorpora, a lo político, y los esfuerzos del monarca se dirigen hacia la creación de un “Estado Libre del Congo”, no sin encontrar una cierta competencia por parte de los intereses franceses en el territorio y por parte del control portugués de la zona costera donde desemboca el Congo. Con Stanley como principal agente en el territorio, Leopoldo II firma cientos de tratados de todo tipo con las autoridades locales congoleñas, y mientras tanto, “engolosina” a los europeos con el señuelo del “libre comercio” en un “estado libre”. En la Conferencia de Berlín Leopoldo II logra el apoyo de Bismarck a sus pretensiones territoriales congoleñas, y tras Alemania, el resto de estados europeos acaban reconociendo, de mejor o peor grado, las fronteras del (gigantesco) nuevo estado. Evidentemente, Leopoldo II fue aceptado como su primer soberano en agosto de 1885. La economía del nuevo estado no estuvo a la altura de las expectativas del monarca, y comprometió fuertemente su fortuna personal y familiar, recurriendo incluso a préstamos estatales. Las necesidades mundiales de caucho, producto abundante en el Congo, salvaron la situación, pero su explotación intensiva fue acompañada de tales abusos21 sobre la mano de obra que la llevaba a cabo que Leopoldo II tuvo que ceder la colonia al gobierno belga, lo que se produjo en 1908.

❹La “anomalía congoleña” tuvo importantes repercusiones en el conjunto del reparto africano. Introdujo múltiples tensiones entre todos los estados europeos, tensiones que se reflejarían en el proceso de reparto. Y también introdujo una partición territorial de hecho del continente en el sentido norte/sur y oriental/occidental, que determinaría la concreción de una buena buena parte de las colonias europeas restantes.

63-África Oriental: Zanzíbar, Inglaterra y Alemania. La diplomacia. (1885-1890)

Llamamos, geográficamente hablando, África Oriental a toda la costa del Océano Índico. Pero desde el punto de vista que nos ocupa, consideraremos sólo la porción comprendida al sur de Somalia/Etiopía (de ámbito más árabe que africano) y al norte de Mozambique, que tendrá más relación con el sur del continente. No es un territorio pequeño, tiene una extensión similar a toda la Europa occidental, y presenta un fuerte contraste entre el interior (con la meseta de los Grandes Lagos) y la costa, tradicionalmente utilizada por asentamientos comerciales árabes.

❷En 1840 Said ibn Sultán22 traslada la capital de su Sultanato de Omán a la isla de Zanzíbar, y emprende una serie de importantes transformaciones económicas que logran convertir a la isla en un autentico foco y motor del comercio de la región. A su muerte, en 1856, el Sultanato se divide, quedando Zanzíbar separada del resto del Sultanato de Omán, hecho que fue bien recibido por los ingleses afincados en la isla, que ven así acrecentada su implantación comercial en la misma. Francia, también con intereses comerciales en la zona, deriva los mismos hacia la isla mayor de Madagascar, que acabará siendo una colonia suya en 1895.

❸La cooperación entre Zanzíbar e Inglaterra es bien fructífera, y se extiende desde la isla hacia la zona de influencia terrestre del Sultanato, que llegaba hasta los Grandes Lagos de forma puntual. El Sultán Bargash23 veía con buenos ojos la creación de una colonia inglesa en esa región terrestre, pero Inglaterra esquivaba aceptar más responsabilidades coloniales (bajo el gobierno del liberal Gladstone, rechazando incluso una petición formal de constituir un protectorado hecha por Bargash en 1881.

❹Sin embargo, la situación cambia en 1884 cuando Bismarck inicia sus acciones coloniales en África. Una expedición alemana “semiprivada”, la de Peters24, en una acción relámpago, inicia procesos de anexión en la región situada frente a Zanzíbar a base de firmar tratados privados con las “autoridades” locales. Peters no llega a tiempo de presentar sus resultados a la Conferencia de Berlín, pero inmediatamente después de la misma, en febrero de 1885, Alemania constituye un protectorado sobre lo que se convino en llamar “África Oriental Alemana”, reconocido -un tanto a regañadientes- por el Sultán Bargash en diciembre de ese año.

❺Evidentemente, Inglaterra debía reaccionar de alguna manera ante esta nueva situación, y emprende así negociaciones con Alemania que desembocan en un tratado en diciembre de 1886. En él se fija la frontera entre el África Oriental Alemana y la Francesa, constituida esencialmente por el río Umba. Sin embargo, la costa propiamente dicha aún está bajo la soberanía -por relajada que fuera- de Zanzíbar, por lo que tanto Alemania como Inglaterra emprenden una decidida política de expansión hacia la costa, a base de la creación de entidades mercantiles privadas (BEEA y DOAG25) que arriendan y usan porciones de la misma. Bargash no tiene más remedio que ceder ante estas presiones, y en 1888 las costas de ambas colonias ya están formalmente bajo control europeo. En este mismo año, la colonia alemana, gobernada de manera privada como hemos visto, y sometida a un exceso de impuestos, se ve inmersa en una rebelión popular, que obliga a Bismarck a hacer intervenir directamente al estado alemán para reprimirla. El territorio es brutalmente pacificado, y en 1890 puede decirse que se ha alcanzado una cierta estabilidad en la recién creada colonia alemana. La parte inglesa del África Oriental no sufre estas convulsiones, y se afianza más en su zona a base de concesiones y acuerdos con el Sultán Bargash.

❻La competencia entre Alemania e Inglaterra por ampliar sus territorios y mejorar sus posiciones geoestratégicas (sobre el Nilo la una, sobre sus interesa marítimos europeos la otra) las llevaron a una serie de negociaciones, que cristalizaron en el Tratado de Zanzíbar-Helgoland en 1890, en el que las posiciones en el oriente africano quedaban definitivamente fijadas.

El reparto de estas dos importantes colonias se hizo, pues, a base de mucha diplomacia, sin ningún conflicto serio entre las dos potencias europeas (aunque sí con violencia sobre la población, especialmente en el área alemana), y practicando una política realista, de corte europeo tradicional. Inglaterra consigue su objetivo de proteger a Egipto de influencias de otras potencias (aunque debe renunciar a la utópica idea del eje El Cairo – El Cabo) y Alemania se encontró, un poco por la iniciativa personal de Peters, con una importantísima colonia en una región en la que no parecía tener ningún futuro. En el lado negativo hay que citar que ambas potencias se vieron envueltas posteriormente en procesos de pacificación de revueltas indígenas en sus territorios, nunca bien resueltos.

64-África Occidental: Inglaterra y Francia. Comercio y guerra (1890-1898)

❶En puridad, África Occidental se extiende desde Gibraltar hasta El Cabo, pero en el estudio que realizamos prescindiremos del norte (Marruecos y el Sahara) y del sur (Namibia y Angola) , quedándonos, a groso modo, con las cuencas fluviales del sistema Senegal-Gambia por un lado, y del caudaloso Níger por otro. Si se prefiere, puede hablarse del gran rectángulo delimitado al norte por la línea Dakar – Tombuctú – Lago Chad y por el sur por el Océano Atlántico. Al norte de la región el desierto del Sahara da paso, ya dentro de la que estamos considerando, al Sahel, mezcla de desierto estepario y de sabana. Al sur, incluyendo la propia costa, encontramos bosques tropicales de difícil acceso. La sabana estuvo islamizada desde los siglos XV-XVI, formando importantes estados, pero en las selvas tropicales no llegaron a formarse estructuras políticas más allá de las estrictamente locales.

Como ya hemos visto en otras zonas africanas, el fin de la trata de esclavos dio paso al comercio de materias primas, que en caso de esta región se centró en el aceite de palma, junto con cacao, café y algodón. Los asentamientos europeos no pasaban de la costa hacia el interior, en gran parte por el difícil clima. Los más importantes, hacia 1880, eran franceses (en el río Senegal) e ingleses (en el río Gambia).

❷La presencia francesa en Senegal estuvo marcada desde siempre por sus intenciones expansionistas. Ya en el Segundo Imperio, hacia 1855, el Gobernador de Senegal Louis Faidherbe26 ideó importantes proyectos de expansión que no llegaron a desarrollarse. Tras el impasse obligado por la guerra con Prusia (1870), un nuevo Gobernador, Brière de l'Isle27 vuelve a dar el impulso expansionista que había quedado un tanto diluido. Y es en 1879 cuando la acción de anexión territorial empieza verdaderamente, decidiendo el gobierno francés la expansión de la colonia costera hacia el interior, hacia el llamado Sudán Occidental, o Sudán francés, o África Occidental Francesa. Se nombra al Comandante Borgnis-Desbordes28 jefe de las operaciones militares, y se inicia la anexión del territorio sudanés. De entrada han de someter a los Tukulores, asentados en la región de Tombuctú. Una combinación de acciones militares y tratados, no siempre respetados, consiguen al fin vencer su resistencia en 1893. También se ven envueltos los franceses en una guerra contra Samory29, uno de los mitos de la resistencia africana a la colonización. Fundador de un reino de fronteras imprecisas en el territorio que estamos estudiando, organizador de un ejército disciplinado que le permitió controlar dicho reino, inició conversaciones (infructuosas) con los ingleses en Sierra Leona en 1885, buscando en realidad su protección frente al conflicto con los franceses, que desde 1880 hasta 1885 arrojaba un saldo bien negativo para Samory. Ante la negativa inglesa, Samory se ve obligado a firmar un tratado de protectorado con Francia, que inicialmente es más nominal que otra cosa, y que aporta una cierta estabilidad a la zona, con reconocimiento mutuo de fronteras, imprecisas, pero fronteras al fin y al cabo. En 1891, y por incidentes (una vez más...) fronterizos, Samory inicia una guerra con Francia que habría de durar hasta 1898, con su captura y destierro.

Acaba así la expansión francesa en el Sudán Occidental, con unas características inéditas hasta el momento. En efecto, Francia tomó la decisión política de invadir el territorio, y lo hizo creando una decidida situación bélica de casi diez años, sin que fuera precedida de ningún interés económico. El objetivo era claramente político.

❸Hay que retroceder ahora en el tiempo para ver qué hacían los ingleses, dedicados al comercio del aceite de palma producido en el interior, a partir de sus asentamientos costeros del delta del Níger. La situación era estable, e Inglaterra, como en otros sitios, no buscaba más obligaciones formales en la región. Pero a semejanza con otras individualidades que hemos visto, y otras que veremos, la escena cambia radicalmente con la aparición en 1877 de Sir George Goldie30, un comerciante inglés que se hace cargo de una pequeña empresa en Níger. La reflota, la amplía, absorbe a la competencia, funda la National African Company, compra las compañías francesas de la zona, y, en definitiva, a finales de 1884 Goldie controla económicamente hablando gran parte del Bajo Níger. La Conferencia de Berlín de 1885 reconoce esta situación, y de esta manera el Níger queda bajo influencia inglesa. Goldie se apresura a incrementar esa presencia, extiende su control territorial río arriba y firma toda clase de tratados para establecer claramente el dominio inglés en la región. Así el gobierno inglés se ve en cierta manera forzado a declarar un protectorado en la región del Níger (en junio de 1886) y no tiene más remedio que entregar su gestión a Goldie, bajo la cobertura legal de la Royal Níger Company. En 1893, el gobierno británico de Lord Salisbury31, empujado por las protestas de comerciantes ingleses que no quieren plegarse a la actitud monopolista de Goldie, empieza a ejercer la administración directa, al menos parcialmente, de lo que, aunque se siga llamando protectorado, se ha convertido en una colonia.

La expansión francesa desde el Senegal en dirección este, y la inglesa por el Níger hacia el norte presentaban un claro riesgo de chocar entre ellas. La tensión trató de rebajarse con el Tratado firmado por ambas potencias en 1890 en el que se delimitaban las respectivas zonas de influencia en el ámbito nigeriano. Dos puntos de vista muy diferentes (militar y político el francés, económico y comercial el inglés) parecían haber encontrado un cierto equilibrio. Equilibrio de intereses que iba a romperse por la aparición, en los primeros años de la década de 1890, del parti colonial francés, que propugnaba un imperialismo más agresivo territorial y políticamente. Esta actitud fue asumida por los responsables gubernamentales de la política colonial, y se entró en una dinámica de rivalidad franco-inglesa sobre la realidad del territorio. La conquista de Dahomey, (un paso más de Francia hacia el Bajo Níger) y, sobre todo, la disputa por el reino de Borgu, pusieron la situación de rivalidad al borde del conflicto militar directo, ya que a la impetuosidad francesa se enfrentó la firme decisión de Chamberlain32, ministro de Colonias inglés, de defender los intereses económicos con la fuerza si hacía falta. Así pues, y para evitar el conflicto directo, ambas potencias firmaron un tratado en 1898 (justo cuando Francia acaba de vencer a Samory, pacificando el Sudán Occidental) en el que se puso fin a la carrera emprendida para el reparto del África Occidental, delimitando claramente la partición y las zonas de influencia.

Después del tratado franco-británico, Inglaterra se hace con el control total del Níger, indemnizando a Goldie, y se crea el nuevo Protectorado de Nigeria, una Nigeria grande en extensión, y con buenas perspectivas económicas. A su vez, Francia completa sus planes en el Chad, uniendo así sus posesiones coloniales. El reparto de África Occidental prácticamente ha finalizado, y en él se han puesto de manifiesto dos maneras muy diferentes de hacer las cosas, y con resultados también muy diferentes, pues si bien Francia se queda con una mayor extensión territorial, es bien cierto que el mayor potencial económico para el futuro queda en manos inglesas.

65-Egipto y el Nilo: Francia e Inglaterra en Fachoda (1893-1898)

❶Desde la ocupación inglesa de Egipto en 1882, Francia no aceptaba el carácter de exclusividad que Inglaterra deseaba para ese territorio. Habiéndose llegado a un cierto estancamiento, Francia intenta reabrir la “cuestión egipcia”, para lo cual necesita tener alguna posesión territorial si no en Egipto, al menos en algún punto del Nilo, más al sur. A su vez, Inglaterra, para afianzar su posición estratégica egipcia, decide reconquistar Sudán, el Sudán egipcio. Lo lleva a cabo Kitchener33, a la vez que Marchand34 emprende una larga marcha hacia el Nilo. Ambos convergen en 1898 en un mísera población del Nilo Blanco, en la confluencia con el Sobat, Fachoda, que se convierte en todo un símbolo de la rivalidad anglofrancesa.

❷Francia inicia pues varios intentos de conseguir una presencia física cerca del Nilo para poder negociar con Inglaterra desde una cierta posición de fuerza. La expedición de Monteil en 1893 abrió este proceso35, planteando una aproximación desde el Congo hacia el Nilo (con la connivencia interesada de Leopoldo II...). El objetivo se fija en Fachoda y se inician los preparativos, pero en 1984 Leopoldo II llega a un acuerdo con los ingleses sobre las zonas de influencia en las proximidades del Nilo, obteniendo alguna concesión territorial entre Fachoda y el Lago Alberto. Los ingleses intentaban de esta manera “taponar” el acceso francés al Alto Nilo, y así lo entiende Francia, que finalmente aborta la misión Monteil.

En 1894 se plantea otra expedición similar, la de Liotard36. La expedición sólo llega hasta la frontera de la cuenca fluvial del Nilo, sin ir más allá al verse desprovista de medios para continuar debido a un cambio ministerial en la metrópoli. Por parte de Francia, sin embargo, había quedado establecido el principio de que la política del parti colonial había sido asumida por el gobierno francés, pero ello provocó en Inglaterra una reacción en el sentido de considerar la penetración francesa en el Alto Nilo como un hecho claramente hostil.

En 1895 empieza a gestarse otra expedición, la “definitiva” de Marchand, enmarcada por otros dos importantes acontecimientos en la región, la gran derrota de las tropas italianas en Etiopía (batalla de Adua, marzo de 1896) frente al negus Menelik II37, y el comienzo de la reconquista del Sudán egipcio por Kitchener, decidida por el gabinete de Lord Salisbury en ese mismo mes de marzo. Se reactiva la misión de Marchand y se inicia en enero de 1897, constituyendo un hecho insólito en dificultades logísticas (más de cinco mil kilómetros de viaje y cien toneladas de pertrechos). Siguió esencialmente los cursos fluviales, primero el Congo, luego el Ubangui, a continuación el Bahr el Ghazal, y no llegó a Fachoda, tras grandes dificultades, hasta julio de 1898, dieciséis meses después de dejar el Atlántico en Loango. La oposición de los seguidores del mahdi es vencida con relativa facilidad, y Marchand toma posesión de Fachoda en nombre de Francia, firmando un primer tratado de protectorado con los shilluks de la región, el 3 de setiembre de 1898.

Marchand, evidentemente, no sabe que el día antes Kitchener ha ganado en la práctica la guerra de reconquista de Sudán, al vencer en la batalla de Omdurman, en las afueras de Jartum. Kitchener se dirige inmediatamente a Fachoda, en la que entra el 19 de setiembre. Las protestas diplomáticas por la ocupación francesa se enmarcan en una desigual situación de ambos militares. El inglés tiene a su disposición un ejército fuerte y victorioso, mientras que los franceses no pasan de ser un puñado de expedicionarios fatigados y mal armados. Además, lo que para Francia no es mucho más que una cuestión sentimental, de prestigio, para Inglaterra es algo absolutamente decisivo en su política egipcia. Francia da marcha atrás, Marchand se retira hacia Djibouti en el Mar Rojo, Inglaterra y Egipto asumen el poder en Sudán, y se firma en 1899 un tratado entre Francia e Inglaterra con el reconocimiento de las fronteras fijadas.

El episodio, un tanto “aventurero”, de Fachoda, tuvo importantes repercusiones en las posteriores relaciones francobritánicas y en el desarrollo de las últimas acciones del reparto de África. De entrada, las relaciones entre ambos países se deterioraron mucho con el incidente de Fachoda, pero la política francesa, inevitablemente, se tuvo que dirigir hacia otros territorios africanos (intentado unir todas sus posesiones en el occidente y en el norte), con lo que la fricción con Inglaterra disminuyó mucho, sentándose así las bases para la eliminación total de sus rivalidades coloniales, lo que cristalizaría en la “Entente Cordial” de 1904.

66-África Meridional: blancos contra blancos (1890-1902)

❶En el extremo sur del continente podemos imaginar un triángulo invertido, con el vértice inferior en el cabo de Buena Esperanza y la base, más o menos, en la línea imaginaria que une las desembocaduras de los ríos Congo y Zambeze. A toda esa región africana hemos convenido en llamarla “África Meridional”. Tiene una posición estratégica evidente, ya que está bañada por dos océanos y su vértice estaba llamado a convertirse en un punto de inflexión clave en la navegación marítima hacia la India. Un portugués, Bartolomeu Dias, dobla el cabo de Buena Esperanza por primera vez en 1488, pero el primer asentamiento europeo lo llevan a cabo holandeses en 1652 con intención de tener un puesto de aprovisionamiento en la ruta de las Indias Orientales. La población autóctona que se encuentran es descrita dividida en dos grandes grupos, los bosquimanos (cazadores-recolectores) y los hotentotes (pastores seminómadas), y no presenta en realidad casi ninguna oposición a la presencia de europeos, no demasiado numerosa de momento.

❷Para el estudio que nos ocupa, podemos empezar fijándonos en los años 1795-1814, cuando Inglaterra, aprovechando el conflicto europeo con Francia, se apodera de la pequeña colonia de El Cabo, situación ratificada por el Tratado de Londres de ese año de 1814. La muy diversa población europea ya afincada en la región (holandeses, alemanes, franceses...) ven a Inglaterra como el invasor que es, y empieza así el futuro conflicto entre esos habitantes iniciales (afrikaners o boers, de gheboer, campesinos) y la potencia británica.

Un importante núcleo de boers inicia en 1835 una gran migración hacia las tierras del interior, con el ánimo de independizarse por completo del dominio inglés, buscando tierras libres y, en particular, rechazando las teorías igualitarias entre blancos y negros que empezaban a difundirse entonces. Se crean asentamientos boers en lo que sería el Transvaal, Orange, Natal... no sin tropezar con una fuerte resistencia de las tribus zulúes38. En 1843, Inglaterra se anexiona por la fuerza la región de Natal, y los boers mantienen sólo el dominio en Trasvaal y Orange, con unos 40.000 habitantes. Tanto los ingleses como los boers comparten un mismo afán expansionista, lo que, en la zona relativamente limitada que ocupaban, les lleva en 1881 a una primera confrontación armada39. El ejército inglés, avanzando desde Natal hacia Transvaal (a la sazón dirigido por Kruger40, un afrikaner de pura cepa) es vencido por los boers en Majuba, primer hito en su camino hacia la independencia. El sentimiento afrikaner sale muy reforzado de este primer encontronazo con los británicos, tanto en el propio territorio afrikaner como en las colonias inglesas de El Cabo y Natal. El gobierno de Gladstone, ante las dificultades de mantener una guerra que se intuía de muy alto coste, elige el camino de la negociación y firma la Convención de Pretoria, por la que reconoce la independencia de Transvaal, fijando sus fronteras, a cambio de un incierto control inglés. Kruger sigue negociando con Londres, y en 1884 (Convención de Londres) el estado de Transvaal es ya totalmente independiente de la Corona.

❹Es en estos años cuando se produce la única intervención no británica en la zona. Entre Angola, en la que los portugueses gestionan como pueden su mínima economía, y El Cabo, la región que será posteriormente Namibia es anexionada por Alemania en 1884, tras los viajes de exploración y comerciales de Lüderitz41. Al mismo tiempo, se produce otro de los acontecimientos decisivos en la zona, el descubrimiento de importantes minas de oro en Transvaal. Su explotación, basada en grandes inversiones de capital y en una gran cantidad de mano de obra, revoluciona por completo la economía y la sociedad de Transvaal, en la que los afrikaners empiezan a no ser ya mayoría. Simultáneamente, está surgiendo desde El Cabo la figura de Cécil Rhodes42, comerciante con gran fortuna, que se embarca en importantes acciones anexionistas hacia el norte, como si el eje El Cabo – El Cairo estuviese al alcance de su mano. Ya hemos visto que no fue así, pero sus actividades condujeron directamente a la creación de la importante colonia que luego llevaría su nombre, Rhodesia. Rhodes apoyaba la doctrina inglesa de “asfixia” de Transvaal, impidiéndole expandirse hacia el este o el oeste en busca de los puertos que necesitaba imperativamente para su economía. Una de las acciones emprendidas fue la fracasada invasión de Transvaal por Jameson43, impulsada por Rhodes, y que pretendía dar el poder a los innumerables trabajadores que habían accedido a Transvaal atraídos por su pujante desarrollo.

❺No es de extrañar que este tipo de actuaciones fuese deteriorando fuertemente las relaciones entre los boers e Inglaterra, la cual iba poco a poco subiendo el nivel de lo que exigía, con la intención de provocar una crisis en el gobierno de Kruger. Ciertamente lo consigue, pero con unas consecuencias posiblemente no bien calculadas, ya que en 1899 se inicia la segunda guerra de los boers contra los ingleses, con gran número de bajas en ambos bandos. La guerra “estándar” inicial es ganada, como no podía ser de otra manera dada su superioridad en hombres y armamento, por Inglaterra, pero a continuación se genera una intensa lucha de guerrillas, desde mediados de 1900, en la que los boers tienen muchas ventajas tácticas. En 1902 se firma finalmente un tratado de paz en Pretoria, por el que las repúblicas boers pierden la independencia aunque conservan un cierto grado de autonomía.

Esta segunda guerra de los boers tuvo un coste muy elevado para ambas partes, y era la culminación del largo proceso de desavenencias que habían marcado las relaciones con Inglaterra desde un principio. Tuvo motivos estratégicos evidentes, pero también económicos, y no puede considerarse una guerra “colonial” sino más bien cabe calificarla de “ideológica”, ya que en el trasfondo estaba bien presente el deseo de independencia de los boers para conservar su modelo social. Es el único momento y lugar de África en donde se da un enfrentamiento de esta envergadura entre los propios europeos colonizadores, en buena parte motivado por ser la región en donde la colonización atrajo a tan gran número de ellos. En cualquier caso, los ingleses tuvieron aquí una victoria pírrica: en 1910 los boers controlan de nuevo el poder político en la zona, y posteriormente, en 1961 Suráfrica abandona la Commonwealth. Las consecuencias del conflictivo proceso de implantación del hombre blanco en la región se dejaron sentir durante todo el siglo XX, y no está claro que hayan desaparecido del todo.


67-En el norte de nuevo: Marruecos (1905-1912)

❶Marruecos, en el noroeste africano, tiene sus límites africanos (Argelia, Sahara,...) pero sobre todo, tiene también límites europeos a través del Mediterráneo. Por ello, su importancia estratégica era, y es, grande, y a pesar de haber sido el último territorio africano en entrar en el reparto, no por ello hay que pensar que no se le dio la importancia que se merecía. Los asentamientos europeos iniciales datan del siglo XV (Ceuta y Melilla, de control español), en un territorio pobre que había sido islamizado en el siglo VII, trampolín árabe hacia Europa a través de la Península Ibérica. A principios del siglo XIX Marruecos es un país atrasado en muchos aspectos, no sólo respecto a los países europeos, sino también respecto a los países de su entorno, sin que se aprecie ningún movimiento de modernización. En cierta manera, este atraso de Marruecos puede considerarse una de las causas por las que la colonización llegó tan tarde.

❷Desde el momento en que Francia se instala en Argelia hacia 1830, la situación de Marruecos empieza a cambiar, apreciándose una penetración francesa desde el este, junto con una serie de intereses económicos de otros países europeos establecidos en su zona más occidental. La crisis política de las maltrechas instituciones marroquíes van dando paso, con algunos episodios violentos pero en general de forma pacífica, al control europeo de los mecanismos de poder. Españoles y franceses sobre todo, pero también alemanes, ingleses e italianos tenían aspiraciones sobre el control de Marruecos, por muy diferentes motivos y en diferentes grados. Muy resumidamente, puede decirse que dichos intereses eran “históricos” en el caso español, económicos en el caso inglés y francés, y bastante confusos en el caso alemán. A raíz de la Entente Cordial francobritánica de 1904, Alemania se ve en la necesidad de dar un paso adelante para no perder sus posibilidades en la zona, y una visita imperial a Tánger llevada a cabo por Guillermo II en 1905 pone de manifiesto que Alemania quiere seguir presente en la región. Se convoca una conferencia en territorio español, en Algeciras, en 1906 para decidir sobre la cuestión marroquí, que, bajo aspectos aparentemente “técnicos” del territorio ocultaba una profunda rivalidad entre Alemania y Francia, más política que económica. Los demás países hicieron causa común con Francia, y las posiciones de Alemania salieron muy debilitadas de la Conferencia de Algeciras.

❸En 1911 se produce una crisis en las relaciones entre las potencias interesadas en Marruecos. Francia ocupa Fez, los españoles reaccionan ocupando Larache, y los alemanes se presentan en Agadir. Las conversaciones que tuvieron lugar después de estos incidentes acabaron con la firma de un acuerdo entre Francia y Alemania, en el que, a cambio de concesiones en otros territorios africanos, Alemania abandonaba sus pretensiones en Marruecos. Francia, ya con las manos libres, empieza a crear un protectorado en Tánger, y a partir del Tratado de Fez en 1912 se reparte (desigualmente) el territorio marroquí con España. La independencia marroquí no se recuperaría hasta 1956.

El reparto marroquí es un tanto anómalo en el conjunto de la colonización africana, ya que se hace muy tarde, cuando los grandes repartos ya hacía tiempo que estaban decididos, y porque en él la rivalidad colonial “clásica” entre Francia e Inglaterra ha sido substituida por un conflicto de intereses francoalemanes. En realidad, en los hechos de Marruecos se pueden detectar ya los vientos de la guerra de 1914, que, si bien empezó por los Balcanes, tuvo también su ocasión de empezar en Marruecos. El reparto marroquí es más una cuestión de política europea que de política colonial, a diferencia de los anteriores repartos comentados anteriormente, con los que (casi) no tiene nada que ver.

7-A modo de conclusión y resumen: el después.

Desde 1880 hasta 1914 hemos visto cómo y porqué se produjo el reparto de África. Ni empezó en 1880 ni acabó en 1914, pero en esos treinta años se produjo lo esencial del reparto.

La guerra de 1914 llevó a África algunos escenarios bélicos secundarios, y es en el período que le sigue, el periodo entre las dos guerras mundiales, cuando la economía africana despega fuertemente, y se produce a la vez un notable incremento de la población blanca en el continente negro. La II Guerra Mundial marca otro hito en la historia de las relaciones europeas y africanas, pero esta vez los acontecimientos militares son importantes en el conjunto de la guerra y la participación de tropas africanas no fue meramente simbólica.

Después de la II Guerra Mundial, la conciencia europea sobre el colonialismo había cambiado radicalmente, así como la de los propios africanos, y se inicia un rapidísimo movimiento descolonizador. En general, es un proceso pacífico, con la excepción quizás de Argelia, de la que Francia se separó de forma bastante traumática. Las potencias más activas en el reparto, Francia e Inglaterra procuraron mantener los lazos que se habían establecido en la época colonial, y así vemos cómo Francia mantiene buenas relaciones con lo que aún llamamos “el África francófona”, esencialmente los países del Níger. La lengua francesa aún constituye en buena parte del continente una lingua franca de relación entre muchas etnias de bases lingüísticas diferentes y entre los europeos y los africanos francófonos. Inglaterra, a su vez, ha conservado fuertes lazos de todo tipo en Egipto y en Suráfrica, zonas en las que un inglés se ha podido sentir “como en su casa” al menos hasta hace bien poco.

Las independencias conseguidas por los países africanos no han conducido en todos los casos, ni mucho menos, a regímenes democráticamente estables, y el continente africano es hoy todavía escenario de fuertes crisis políticas, económicas y humanitarias. Uno de los legados europeos más evidentes, el trazado de las fronteras, no ha ayudado en todas las ocasiones a facilitar la convivencia entre los países limítrofes. Pero el trazado de esas fronteras africanas, siempre sujeto a tratados entre los colonizadores europeos, tuvo, al menos, una parte buena al hacer cristalizar unas entidades políticas viables. Se pasó de varios millares de unidades políticas identificadas antes de la partición a las decenas existentes hoy en día, lo que sin duda fue positivo al crear esatdos con unos factores de escala adecuados a la situación mundial del siglo XX.

La época colonial que hemos estudiado es, en realidad, corta: apenas un siglo como mucho, nada en la historia del continente. La presencia europea, si bien nos parece que fue “importante” desde nuestro habitual punto de vista etnocéntrico, no lo fue en demasía, a excepción quizás de Suráfrica. Los gobiernos europeos de las colonias apenas “arañaron” la superficie de la realidad africana, y si bien es cierto que se ayudó en la modernización del continente en su conjunto, también lo es que esa modernización en muchos casos ya había empezado y se hubiese desarrollado también sin la presencia europea.

En el momento actual, y motivado por muy diversos factores, Europa ha vuelto un tanto la espalda a África, y se ha entrado en una situación que recuerda inevitablemente a la situación anterior a la partición: una lejanía cortés, una indiferencia teñida en muchos casos de egoísmo. Si el balance de la época colonial desde el punto de vista africano es evidente que no puede ser en exceso positivo, desde el lado europeo aún parece serlo menos.

8-Biblio y webgrafia.

A)Los libros utilizados para estudiar y documentar el trabajo realizado se exponen a continuación separados temáticamente. Se especifican, cuando procede, los capítulos que más se han estudiado:

A1)El marco general:

1.-FERNÁNDEZ, A., “Edad Contemporánea”, en Historia Universal Vol. IV, Vicens Vives, Barcelona, 2006. (Cap. 15)

(*)2.-VILLANI, P., “La edad contemporánea, 1800-1914”, Ariel Historia, Barcelona, 1999. (Cap. 8)

A2)El marco imperialista:

3.-FIGUEROLA, J., “L'Imperialisme”, Mòdul 5 de l'assignatura “Història contemporània I”, Ed. UOC, Barcelona, 2002. (Cap. 1 i 2)

4.-FIELDHOUSE, D.K., “Los imperios coloniales desde el siglo XVIII”, Ed. Siglo XXI, Col. Historia Universal Vol. 29, Madrid, 1993. (Cap. 7, 8, 9 i 13)

(*)5.-HOBSBAWN, E., “La era del Imperio, 1875-1914”, Crítica, Barcelona, 2001.

6.-MOMMSEN, W.J., “La época del imperialismo. Europa, 1885-1918”, Ed. Siglo XXI, Col. Historia Universal Vol. 28, Madrid, 1993. (Cap. 2)

7.-PAGÈS BLANCH, P., “Las claves del Nacionalismo y el Imperialismo 1848-1914”, Ed. Planeta, Col. Las Claves de la Historia, Barcelona, 1991. (Pág. 77- al final)

A3)El marco africano:

8.-BERTAUX, P., África. Desde la prehistoria hasta los años sesenta”, Ed. Siglo XXI, Col. Historia Universal Vol. 32, Madrid, 1994. (Cap. del 8 al 16)

9.-ILIFFE, J., “África. Historia de un continente”, Cambridge University Press, Col. African Studies Series, Madrid, 1998. (Cap. 8, 9, 19 y 11)

(*)10.-WESSELING, H.L., “Divide y vencerás. El reparto de África (1880-1914)”, Ed. Península, Barcelona, 1999.

(*)Libro recomendado de su grupo.

B)En este trabajo, la información utilizada basada en la WEB se ha reducido a detalles puntuales, algún mapa, alguna biografía... la información de la que disponía en formato libro ha hecho innecesario el recurso exhaustivo a la red, imprescindible en otras ocasiones. Las notas a pie de página deben entenderse como meras ampliaciones de la narración, que pueden leerse o no sin que se afecte el hilo de la misma.


Si pudiera, anexionaría los planetas
(Cécil Rhodes)


José Carlos Vilches Peña

En Vielha, a 24 de diciembre de 2007

9-Anexo.-Unos mapas imprescindibles.

A1-África hacia 1880.

Ver el mapa, tomado de WESSELING, H.L., “Divide y vencerás. El reparto de África (1880-1914)”, Ed. Península, Barcelona, 1999, pág. 2

A2-África en 1914.

Ver el mapa, tomado de WESSELING, H.L., “Divide y vencerás. El reparto de África (1880-1914)”, Ed. Península, Barcelona, 1999, pág. 6

A3-África en la actualidad.

Ver el mapa, tomado de WESSELING, H.L., “Divide y vencerás. El reparto de África (1880-1914)”, Ed. Península, Barcelona, 1999, pág. 8


10-Notas en el texto.

1 Ver PAC1 y PAC2 de esta asignatura.

2 HOBSBAWN:2001, Pág. 16

5 Livingstone, hablando de esta región africana, no duda en calificarla de “la llaga abierta del mundo” (ILIFFE:1998, pág. 235)

25 British East African Association, Deutsche Ost-Afrika Gesellschaft

38 Posteriormente, los ingleses también se enfrentarían con los zulúes, con grandes pérdidas (batalla de Isandlwhana, 1879) y con una fuerte inversión en hombres y material para acabar con la resistencia zulú.

39 A las tensiones territoriales hay que añadir las derivadas del descubrimiento de las importantísimas minas de diamantes, cuyo control cae en manos inglesas.