Titus Livius Patavinus: “Ab urbe condita, liber I”
“Tito Livio: Historia de Roma desde su fundación, Libros I-III”
Ed. Gredos, Col. Biblioteca Clásica, Madrid, 1997, 101 de 506 págs.
Traducción de José Antonio Villar Vidal.

Cuando Tito Livio (59 a.C. - 17 d.C.) escribe su obra “Ab urbe condita” el mundo romano ya ha hecho el giro copernicano en la organización del poder político. Augusto ha sentado firmemente las bases de la nueva forma imperial del poder, forma que mantiene la apariencia y los modos republicanos, pero que en realidad constituye una acumulación de funciones en la persona del emperador que nos hace pensar en una vuelta a la monarquía. Augusto (63 a.C. - 14 d.C.) y Tito Livio comparten casi exactamente un tiempo histórico revolucionario en el sentido más estricto del término, e, inevitablemente, esa compartición influirá en la obra que nos ocupa.

La obra de Tito Livio, una “Historia de Roma desde su fundación”, nos ha llegado incompleta, ya que de los 142 libros que la componen sólo podemos disfrutar de 35 de ellos. Sin embargo, con esa cuarta parte que conocemos, el mundo ha tenido bastante para acercarse de una manera eficaz y, sobre todo, ética y moral, a la realidad romana. Tito Livio nos deja un legado de historia romana inestimable, escrito con un estilo ágil que hace de su lectura un placer, lleno de informaciones que -convenientemente contrastadas- son una fuente inagotable de conocimiento sobre el mundo romano, y con una intencionalidad moral que nos hace recordar el papel jugado por Virgilio cuando en su obra “La Eneida” se dedica a dotar de legitimidad a la figura de Augusto y a llenar de contenido ético los orígenes romanos. En esa línea, la obra de Tito Livio se nos muestra “neutra” en cuanto a los orígenes legendarios de Roma, pero “beligerante” en cuanto a la valoración ética de la evolución histórica de Roma. La obra que hemos leído se mueve entre la intención “didáctica” (la historia como ejemplo de vida) y la intención “política” (la historia como justificación del presente). Los dos platos de la balanza consiguen equilibrarse gracias al trasfondo “literario” que Tito Livio consigue darles, y así, en un marco de creación literaria que protegerá la obra hasta que llegue a nosotros, la historia, la leyenda y la política se dan la mano para configurar la manera de Tito Livio de entender Roma.

Hay que decir que esa manera ha tenido, como todas las grandes ideas en el mundo, fervientes partidarios y ácidos detractores. No entraremos a fondo en el tema, pero entre los partidarios podemos citar a Stendhal1, por ejemplo, o a Petrarca2, a quien podemos considerar el “recuperador”3 de Tito Livio en la Edad Media. Detractores tuvo desde siempre, como nos cuenta Suetonio4 de Calígula, o más modernamente, Beaufort5 y Niebuhr6. En general, se achaca a Tito Livio su “ligereza” como historiador, con un manejo poco contrastado7 de las fuentes. No obstante, se le reconoce actualmente un valor cierto, más allá de la historia positivista de los hechos, y con una fuerte componente literaria.

Y en ese marco general nos encontramos con el principio de la obra, el Libro I. En él Tito Livio resume los orígenes romanos (Troya, Alba, Rómulo y Remo,...) y describe los acontecimientos acaecidos desde la fundación de Roma hasta el final de la Monarquía. En el cómputo habitual de fechas, estamos hablando del año 753 a.C. para la fundación de Roma y del año 509/510 a.C. para la expulsión de Lucio Tarquinio el Soberbio (desencadenada por el suicidio de Lucrecia, violada por el hijo del rey) y el nombramiento de los dos primeros pretores/cónsules republicanos.

La estructura del Libro I es bastante clara: una primera parte que llega hasta la fundación de Roma8 y la muerte de Rómulo, y una segunda parte dedicada a los siete reyes romanos. Este libro posiblemente sea el menos “histórico” de toda la obra, ya que se nutre de muchos hechos que son, desde el punto de vista histórico formal, harto dudosos, como el mismo Tito Livio nos dice9. Y también nos lo advierte justo al principio del Libro II cuando escribe “..voy a exponer a partir de ahora la historia política y militar del pueblo romano libre...” dando a entender, en nuestra opinión, que es aquí cuando se inicia realmente su papel de historiador.

Según lo anterior, podemos preguntarnos qué sentido real tiene pues el Libro I. Y tras su lectura concluimos que su objetivo es esencialmente transmitirnos ya desde el principio el carácter moralizante, ético, que tendrá toda la obra. Y para ello es indiferente que se esté hablando de un héroe mítico como Eneas o de una honesta mujer romana como Lucrecia. Tito Livio opta, tanto en este libro como en los demás, por una historia más subjetiva que científica, más didáctica que objetiva. Nos habla de personajes concretos con sus caracteres, sus hábitos, sus virtudes, tanto o más que de los hechos en que esas personas intervienen con su bagaje ético. Tito Livio -que en realidad no podría haber actuado totalmente como esperamos actualmente que lo haga un historiador- nos deja en este Libro I un legado de material histórico, mítico, legendario,... salvado del olvido y utilizado para la creación literaria que en realidad “Ab urbe condita” es. La unidad de la narración es innegable en este Libro I (que, comparado con los demás, es el que menos hechos contrastables contiene posiblemente), y cada episodio narrado se integra perfectamente en una unidad expositiva superior, alternando los sucesos bélicos con otros más “domésticos” de manera que la lectura es amena y fácil de seguir, sin una sujeción extrema a la cronología (que sí se dará en los demás libros) Esa facilidad de lectura se ve reforzada por el hecho de que en cada episodio se desarrolla una sola acción o se habla de un solo personaje, lo que permite un seguimiento muy ajustado de la narración10.

En el trasfondo del Libro I se pone de manifiesto lo que Virgilio también decía en La Eneida: el pueblo romano cumple su destino ayudado por los dioses, y el texto está lleno de señales divinas, de avisos de la voluntad de los dioses, que ayudan a tomar las decisiones correctas y necesarias en cada momento. Asistimos al nacimiento de una civilización, que en los doscientos cincuenta años que abarca el libro es capaz de evolucionar desde la Monarquía a la República, un “experimento” social y político inédito en el mundo. Aunque los detalles puedan ser inexactos, aunque la cronología pueda ser dudosa, la viveza de la narración y su valor ejemplarizante hacen de la lectura de Tito Livio una auténtica aventura vital.

Precisamente en razón del contraste que se ha producido entre los modernos y Livio,
éste puede ser para los modernos una lectura provechosa. Livio representa la permanencia
del sentimiento de lo eterno frente a nuestro sentimiento de lo inseguro y fugaz”
(Paola Zacan, Tito Livio, Roma, 1940, pág. 242., citado por Ángel Sierra en el libro reseñado, pág. 13.)

José Carlos Vilches Peña. Vielha, abril de 2012.

NOTAS:

1 “...el marqués, irritado con los tiempos modernos, le mandó [a Julián] que le leyera a Tito Livio...”, Stendhal, “Rojo y Negro”, Biblioteca Austral, Barcelona 2001, pág. 400.

2 Petrarca, Carta a Tito Livio”, disponible en la dirección http://www.lettere.unipd.it/static/docenti/93/testi_filologia_medioevale_01-10.pdf (ver página 9)

3 Xavier Tubau Moreu, “Petrarca y la escolástica”, disponible en la dirección

http://revistas.um.es/medievalismo/article/download/52491/50641 (ver página 121)

4 Suetonio, en“Los doce Césares”, Ed. Iberia, Barcelona, 1982, en “Calígula”, XXXIV, pág. 177, nos dice que Calígula decía de Tito Livio que “...era historiador locuaz e inexacto...”

5 Louis de Beaufort, “Dissertation sur l'incertitude des cinq premiers siècles de l'histoire romaine, disponible en

http://www.mediterranee-antique.info/00Pdf/Beaufort/Dissertation.pdf (ver Chapitre II, págs. 14 y ss.)

6 Barthold Georg Niebuhr, “The Roman History”, disponible en la dirección

http://books.google.es/books?id=8GgOAQAAIAAJ&printsec=frontcover (buscar Livius)

7 Aquí puede verse un ejemplo de contraste entre las fuentes: Tito Livio versus Dionisio de Halicarnaso en el famoso episodio de Cincinnatus: http://www.jvilchesp.es/historia/mr/republica/cincinnatus

http://www.museodelprado.es/coleccion/galeria-on-line/galeria-on-line/obra/cincinato-abandona-el-arado-para-dictar-leyes-a-roma/

8 Un resumen del mito canónico fundacional puede verse en http://www.jvilchesp.es/historia/mr/origenes/intro

9 En su muy personal Prefacio a la obra, el autor escribe “...cuya tradición se basa en fabulaciones poéticas que los embellecen, más que en documentos históricos bien conservados...”, pág. 162 del libro reseñado.

10 Respecto al latín usado por Tito Livio, mis escasos conocimientos no me han permitido hacerme una opinión personal al respecto. Consultados, no obstante, diferentes documentos sobre el tema, uno de ellos me ha llamado especialmente la atención: “Apuntes sobre el latín de Tito Livio”, José Jiménez Delgado, disponible en http://redined.mecd.gob.es/xmlui/bitstream/handle/11162/73500/00820073009185.pdf