3.El embotellado


3.01
-Las botellas se habrán guardado limpias y con la boca cerrada, mediante papel de alumnio o transparente.

-Ahora sólo habrá que higienizarlas con el desinfectante (Chemipro, por ejemplo). Se prepara una cantidad de este suficiente para unas cuantas botellas, las que nos quepan en la fregadera. Se llenan las botellas, se dejan diez minutos, y con ese mismo desinfectante se va llenando otro grupo de botellas, dejándolas luego escurrir boca abajo. ¡Equilibrio delicado!

-Es bueno embotellar difrentes tamaños: 330 ml, 500 ml y 750 ml son buenos tamaños, aunque quizás sea una buena política usar un único tamaño, siendo el de 500 ml un firme candidato.


3.02
-No hay que olvidar higienizar también los tapones que van a usarse para las botellas, de 26 mm para las de cerveza y de 29 mm para las de cava.

3.03
-Para embotellar cómodamente (y para facilitar de paso el proceso de carbonatación) lo mejor es pasar la cerveza al fermentador principal, mediante un tubo (higienizado), sifonando. En la imagen se ve destapado el fermentador, pero es mejor taparlo. Además, hay que procurar que no se haga espuma, para evitar la oxigenación de la cerveza, para lo cual el tubo de sifonado debe llegar hasta el fondo del fermentador principal.

-Evidentemente, debe controlarse el tema de los posos, que es mejor que se queden en el cubitainer. Ayuda mucho una pinza para sujetar el tubo de sifonado, de manera que no se nos mueva, removiendo los posos.


3.04
-Aquí se ve bien el montaje para el sifonado de la cerveza.

3.05
-Por la ventana de la caja exterior del cubitainer se va viendo bajar el nivel, permitiendo también ver cómo tenemos el tema de los posos.

3.06
-Puede verse el cubitainer ya vacío, con los posos en su fondo y paredes, y el fermentador principal lleno con 21 litros de cerveza.

3.07
-La carbonatación (incorporación de gas a la cerveza) la haremos de manera natural, en botella, mediante la adición de una pequeña cantidad de azúcar (moreno de caña). Este azúcar alimentará a las levaduras aún presentes en la cerveza, produciendo dióxido de carbono, que al no poder salir de la botella, se disolverá en la cerveza.

-La cantidad de azúcar es variable, según los gustos. Puede oscilar desde 5 hasta 8 gramos/litro. Como tenemos 21 litros, pesaremos 21 x 8 = 168 gramos.


3.08
-Como siempre, herviremos ese azúcar en un poco de agua antes de incorporarla a la cerveza. En el momento de hacerlo, removeremos lo mejor posible la cerveza con este azúcar añadido para homogeneizar la carbonatación en las botellas, pero procurando no oxigenar la mezcla.

3.09
-Para embotellar la cerveza, lo ideal es usar un tubo con válvula de contacto en el extremo inferior, de manera que la cerveza llene la botella de abajo hacia arriba, sin hacer espuma.

-Como el tubo ocupa un cierto volumen en la botella, al sacar esta no queda bien llena. Lo más práctico es poner cerveza en una jarra con tapa y rellenar de tanto en tanto unas cuantas botellas, hasta que la cerveza quede a unos 2-3 cm del borde.


3.10
-Al poner la cápsula para cerrar la botella hay que asegurarse de que quede perfectamente cerrada, haciendo que el encapsulador trabaje lo más horizontal y simétrico posible. Recordar cambiar el adaptador según el tamaño de la cápsula que se esté usando (26 mm para las botellas de cerveza, 29 mm para las de cava) Unas botellas muy prácticas son las que tienen el tapón cerámico con una goma y un tensor, como las de gaseosa antiguas.

3.11
-Una vez cerradas, enjuagadas por fuera y secadas, las botellas se ponen en una habitación a unos 15ºC al menos una semana, y luego ya pueden almacenarse en su sitio "definitivo" hasta ser consumidas, idealmente a baja temperatura, 10ºC sería perfecto. En todo este tiempo desde el embotellado hasta el consumo hay que evitar en la medida de lo posible la luz directa e indirecta, por lo que taparlas con un paño grueso es una buena práctica.

3.12
-Como mínimo hay que dejar pasar un par de meses desde el embotellado hasta el momento de probarla, precipitarse no es bueno ya que la cerveza ha de madurar en la botella unos meses, tres o cuatro sería lo ideal, hasta un máximo de un año, momento en el cual el sabor y el tacto cambian, perdiendo frescura.

-El resultado está a la vista... ¡salud!