4.La romanización de Britannia

 

En la última parte del trabajo que estamos desarrollando debemos estudiar uno de los aspectos de la expansión romana, la romanización de Bretaña, basándonos en un texto de Tácito y con el apoyo de alguna imagen. Antes de entrar en ello, haremos un resumen de lo que entendemos por romanización, y miraremos de condensar sus características fundamentales para enmarcar correctamente el caso particular de Britannia, que es un tanto peculiar.

➊Entendemos por romanización el proceso por el cual1 Roma hace que los territorios que conquista adopten su modus vivendi. Se matizará más adelante esta definición inicial, pero de momento nos es útil para empezar a trabajar2. Se trata de un proceso gradual, global, algunas veces voluntario, muchas veces impuesto, que tiene como objetivo último la asimilación, en sentido amplio, de los que llegarán a ser -si todo va bien- nuevos habitantes de pleno derecho del Imperio. Y decimos “imperio” porque es en esta época cuando tales procesos adquieren su verdadera dimensión e importancia. Efectivamente, la expansión romana empezó “desde siempre”, los etrusco, latinos, sabinos,... y tantos otros pueblos de las inmediaciones de Roma pueden dar fe de ello. Pero la expansión en tiempos de la República tiene un marcado carácter militar, de simple “conquista” de territorio, de llevar el limes un poco más allá, hasta conseguir un espacio vital suficientemente seguro para el desarrollo propio de Roma. Pero a partir de César, y aún más, de Augusto, la expansión toma tales vuelos que es imposible limitarse a la mera conquista de territorio, que no podría mantenerse manu militari, y lo que se inicia es una auténtica “incorporación” del territorio y de sus pobladores.

Porque, no hay que olvidarlo, la romanización no se hace sobre un territorio despoblado (salvo en contadas ocasiones...) sino que hay en él unas pobladores con su cultura (entendida esta de manera amplia) previa. Por tanto, hay una confrontación inevitable entre esas culturas y la propiamente romana, que conducirá a una asimilación de la “dominada” por la “dominante”. Habrá, evidentemente, contagios culturales mutuos (el caso etrusco es paradigmático) pero en general, el llamado “modelo difusionista” piensa que esa relación entre culturas en interacción será muy unidireccional. Ya hemos comentado (ver Nota 22) lo que dijo Virgilio en La Eneida, L. VI, 851-853, y no hay mucha ambigüedad posible cuando dice “imponere”...

El modelo difusionista no es la única manera de acercarse a la comprensión del proceso de romanización. La historiografía de finales del Siglo XIX y principios del XX, empujada por las “aventuras” imperialistas europeas en diferentes escenarios3 -África, China,...- llega a hablar de un “imperialismo romano”, lo que debe hacerse, evidentemente, salvando todas las distancias, quizás la más importante la derivada de los diferentes sistemas económicos, especialmente el capitalista, inexistente en el mundo Romano.

Más recientemente4, el modelo difusionista empieza a ser sustituido/matizado/complementado por otros conceptos más complejos, menos unívocos, que tienen en cuenta las diferencias entre los distintos procesos de romanización, las diferentes intensidades de esta -romanización “relativa”5-, la permeabilidad / impermeabilidad de diferentes capas de la sociedad... Así, aparecen en escena la aculturación, el contacto de culturas, el cambio cultural... como elementos descriptivos e interpretativos más flexibles, dejando claro que si se romanizaron muchos pueblos, estos también dejaron su huella en Roma. Y de esta manera se intenta encontrar también una explicación a los diferentes tempos que tuvieron las intervenciones romanas en diferentes territorios (Hispania y Galia, dos ritmos de conquista muy diferentes) motivados por las diferentes resistencias de todo tipo -las culturales entre ellas- encontradas. También esta manera de enfocar las cosas logra explicar los diferentes resultados obtenidos. Por ejemplo, Hispania, que ha costado tanto conquistar / pacificar, experimenta una romanización muy profunda, llegando a dar al imperio romano alguno de sus emperadores.

Con el habitual pragmatismo que caracteriza desde siempre a Roma, esta adaptó sus intervenciones en los territorios conquistados a las características geográficas, culturales, políticas... de cada uno, por lo que es difícil hablar de romanización en general sin entrar en el detalle de cada caso6. Sin embargo, se puede distinguir una línea de actuación que, convenientemente adaptada a cada caso como decimos, subyace en todos ellos.

Evidentemente, la primera acción suele ser una conquista, una ocupación, mayoritariamente por vía militar, y en algunos casos, por algún tipo de tratado, más o menos impuesto. Una vez iniciada así la integración del territorio, que ya inicialmente tiene importantes consecuencias (creación de tropas auxiliares con los habitantes indígenas, impacto económico y social de los campamentos grandes/estables -germen de muchas ciudades actuales-), dicha integración continúa en su vertiente administrativa (creación de la provincia) y se dota lo más pronto posible de una buena comunicación terrestre y/o marítima con carreteras, puentes, puertos,... La urbanización necesaria para dar soporte administrativo y logístico a lo anterior cristaliza en la creación de colonias o de municipios, que derivan en muchos casos hacia núcleos urbanos -nuevos o remodelados- con buenas dotaciones de infraestructura, monumentales, etc, teniendo bastante que ver en ello el fenómeno del evergetismo estudiado anteriormente en este trabajo.

En paralelo y simultáneamente con esta integración del territorio, se va produciendo la integración de sus habitantes en la estructura social, política y económica del imperio. El mecanismo por el que se concede la ciudadanía romana de pleno derecho a personas individuales y a colectividades (por ejemplo, Vespasiano concede el ius latii a los habitantes de Hispania, un primer paso hacia la plena ciudadanía) se convierte en un mecanismo clave para atraer a esas personas hacia el entorno romano en general. El proceso puede decirse que culmina con Caracalla, que en el 212 d.C. concede la ciudadanía romana a todos los habitantes del imperio.

Con ambas líneas de actuación, los territorios y sus habitantes recién anexionados por Roma se van integrando de manera eficaz en las estructuras generales del imperio y en sus costumbres, y acaban siendo tan romanos como los romanos “de siempre” (aunque con matices, y siempre teniendo en cuenta que son las capas sociales más altas las que más profundamente se romanizan7, o, al menos, las primeras que lo hacen) El objetivo de Roma se ve pues así cumplido en las dos vertientes que más interés le suponen: fronteras más seguras y aprovechamiento económico.

Para una valoración del grado de romanización, diferentes fuentes proponen diferentes indicadores, pero resulta que en conjunto se proponen tantos que podemos decir que “todo” lo que miremos puede ser un indicador de la romanización alcanzada. De todas maneras, los indicadores más citados son la implantación de la lengua latina en el territorio (con la supervivencia, o no, de la lengua autóctona, con bilingüismos de transición,...) , la adopción de la religión romana (o al menos, un sincretismo importante) , el uso sistemático del derecho romano. Y, en otro orden de cosas más “tangibles” se proponen también como indicadores la incorporación del urbanismo romano, así como las manifestaciones monumentales en el mismo. Y para relacionar esta tercera parte con la anteriormente desarrollada sobre las inscripciones latinas que se estudiaron junto con el evergetismo, señalemos que algunos autores8 también usan la epigrafía como un indicador fiable de cómo se implantó/profundizó la romanización.

➋Una vez descrito brevemente qué puede entenderse por romanización y cómo ha evolucionado el concepto hasta hoy, podemos empezar a estudiar un caso concreto de esa romanización, la que se llevó a cabo -o no...- en Britannia.

Empezaremos, como parece razonable, con un breve apunte cronológico. Britannia “aparece” en el mundo clásico cuando a finales del Siglo IV a.C. el navegante griego Piteas hace una exploración de la isla. Por esas mismas fechas, los celtas llegados del continente han desplazado a las poblaciones autóctonas, confinándolas esencialmente al norte de la isla. El primer contacto con Roma lo tiene Britannia en los años 55-54 a.C., cuando Julio César hace alguna incursión en la isla, muy posiblemente para evitar que los britanos ayuden a los galos en su lucha con Roma. César no hace ningún intento de instalarse en Britannia, y simplemente consigue algún tipo de juramento de (dudosa) fidelidad y el pago de algún tributo. Suele afirmarse que tanto Augusto como Calígula habían pensado llevar a cabo una invasión más permanente de Britannia, pero al final es el emperador Claudio (con mandato imperial entre los años 41-54 d.C., el primer emperador nacido lejos de Roma...) el que llevará a cabo esa primera invasión seria de Britannia. En el año 43, y siempre pensando en cortar la posible ayuda de Britannia a la Galia, el general Aulus Plautius con cuatro legiones y tropas auxiliares realiza la invasión, y tras ganar la batalla de Medway establece un primer embrión de provincia, esencialmente en el sur de la isla. Diferentes gobernadores romanos se van sucediendo en Britannia (Publius Ostorius Scapula , Gaius Suetonius Paullinus , Publius Petronius Turpilianus,...) y se van enfrentando a sucesivas manifestaciones de resistencia por parte de los britanos en general (Icenos, Siluros, otra vez los Icenos con la reina Bouddica/Boadicea,...) La posterior expansión hacia el norte se va consolidando poco a poco, y es con Agrícola cuando se consigue una importante consolidación al vencer a los Brigantios y empujar a los Caledonianos bastante al norte (batalla de Mons Graupius en el año 83 d.C.) La necesidad de usar las tropas romanas en otras partes del imperio hace reducir el número de estas en Britannia, y con el emperador Trajano puede decirse que hay una estabilización de la frontera norte de la provincia. En la primera mitad del Siglo II d.C. los emperadores Adriano y Antonino Pio hacen construir sendas murallas en la frontera norte, que sufren diferentes abandonos y recuperaciones según las posibilidades de cada momento. En el año 197 d.C. el emperador Septimius Severus logra derrotar a su rival Clodius Albinus, que era gobernador de Britannia, y emprende una reconstrucción general de la presencia romana en Britannia. Tanto Severo (207 d.C.) como posteriormente Caracalla (210 d.C.) emprenden expediciones de castigo hacia el norte contra los Caledonios, pero la situación general del Imperio hace que Caracalla pacte con los Caledonios (211 d.C.) para poder dedicarse a otros problemas más acuciantes. Caracalla divide la provincia en dos partes, y consigue iniciar un período largo -el resto del siglo prácticamente- de estabilidad en Britannia. Curiosamente, en ese período el imperio romano se ve sometido a importantes tensiones, tanto externas como internas, que no acaban hasta que el emperador Diocleciano llega al poder (284 d.C.) Es también en estos momentos cuando las tribus sajonas empiezan a hacer acto de presencia, pirateando en la costa este de Britannia. En el Siglo IV los acontecimientos se precipitan, y el reparto del Imperio a la muerte de Constantino (337 d.C.) favorece sin duda ninguna el debilitamiento de la relación entre la provincia(s) y la metrópoli. Escoceses, irlandeses y pictos ponen en jaque al imperio, y es el futuro emperador Teodosio el que debe encargarse de pacificar en la medida de lo posible el territorio insular. Pero el imperio tiene los días contados, y en la primera década del Siglo V d.C. Roma ya no puede asegurar su poder en Britannia; a partir del saqueo de Roma en el 410 d.C. su presencia en la isla desaparece9 tras más de cuatrocientos años de ocupación10. Sic transit gloria mundi...

En todo el proceso anterior hay una época especialmente interesante, aquella en la que Cneo Julio Agrícola es gobernador de Britannia (77-84 d.C.). En primer lugar, es uno de los momentos más importantes de la pacificación de Britannia, momento en el que Agrícola se manifiesta como un buen administrador, quizás mejor   11 desde ese punto de vista que desde el militar. Y, por otra parte, resulta que se tiene de él una información de primerísima mano, ya que su hija Julia está casada con Cornelius Tacitus12 quien nos deja esa información en su obra De vita Iulii Agricolae, una mezcla de estilos: es una “biografía” de Agrícola, pero también es un laudatio funebris, sin descuidar los aspectos históricos y geográficos, y, en cierta manera, es también una declaración personal de Tácito sobre sus ideas políticas, que entran en franca contradicción con las formas del poder romano encarnadas por Diocleciano, el emperador en esa época. (En realidad, Tácito publica esta obra suya algo después de la muerte de Diocleciano...) La obra13 de Tácito es un compendio de lo que este opina del despotismo imperial, y podemos detectar en ella una cierta nostalgia de un pasado más virtuoso desde el punto de vista político. Agrícola se convierte en boca de Tácito en un ejemplo de siervo fiel pero crítico, que hace su trabajo sin estar necesariamente de acuerdo con él, o, al menos, con la forma de hacerlo.

Tácito se muestra realmente muy crítico con la romanización de Britannia. Así, reproduce -y en cierta manera “hace suyo”- el discurso de uno de los enemigos britanos de Agrícola, Calgaco, cuando en el año 80 d.C. iba a enfrentarse con él y nos dice que “Los romanos son avaros si el enemigo es rico; si pobre, ambiciosos a los que ni el Oriente ni el Occidente han saciado; sólo ellos codician por igual la riqueza y la pobreza. Robar, masacrar, expoliar, a eso lo llaman con palabras engañosas imperio, y al asolamiento lo llaman paz14.

Pero por otro lado, Agrícola, como buen administrador y un fiel servidor de su Roma, hace todo lo posible por atraerse a los bretones y convencerles de que adopten el modus vivendi romano. El famoso texto15 de Tácito que se nos propone leer lo ilustra a la perfección. Así, habla de que “tomó las medidas más saludables” , traducidas en construcciones de templos y foros, por ejemplo. Y la táctica que usaba para atraerse a los bretones se basaba más en el prestigio del entorno romano importado que en la coacción pura y dura (que sí llevaría a efecto en la frontera norte) De esta manera, Tácito nos explica cómo se iba adoptando la lengua latina, la educación romana, las costumbres -elocuencia, termas, arte, indumentaria, banquetes,... al menos entre los dirigentes tribales más significados16. Sin embargo, al final de este citado capítulo XXI, Tácito da un golpe bajo a su propia política, indicando que en realidad se trata de conseguir “por las buenas” un buen grado de sumisión: “...humanitas uocabatur, cum pars seruitutis esset.”

De esta manera vemos que la política de Agrícola no se escapa de la practicada en general por Roma: con el apoyo esencial del ejército -numeroso, estable, importante económicamente...-, se utiliza a las clases dirigentes de los territorios ocupados para obtener lo que se desea/precisa de la provincia. Ello tiene las ventajas de la rapidez y la efectividad con la que el poder se ejerce sobre la población local, pero si se limita a esos estratos sociales puede ser contraproducente a la larga.

Y, efectivamente, de las fuentes consultadas a lo largo de toda esta parte del trabajo puede deducirse que la romanización de Britannia no fue en absoluto un éxito. No fue ni un paseo en lo militar ni un fenómeno social duradero y estable, siendo muy fuertes las resistencias de todo tipo opuestas a la ocupación del territorio y a la asimilación cultural. Los resultados pues de la presencia romana en la isla pueden calificarse de superficiales, y poco -aparte del trazado de las carreteras17 y los aspectos más monumentales de las construcciones romanas18- ha llegado hasta hoy. Quizás el ejemplo más válido de ello lo constituya el hecho de que la lengua latina no perduró gran cosa en Britannia. Es cierto que los dirigentes locales adoptaron costumbres y usos romanos, pero al limitarse fuertemente a esta capa social, su duración se limitó al tiempo que esas capas dirigentes se mantuvieron en el poder. Al no haber impregnado la romanización las capas sociales de base, más amplias y estables en su inercia poblacional, no pudo perdurar tras la caída del imperio.

En este estudio de la romanización de Britannia que hemos realizado, y comparándola con lo estudiado de la romanización en general y de lo que sabemos de algún otro ejemplo como el de Hispania, podemos concluir que quizás habría que rebajar un tanto el concepto, y hablar simplemente de “ocupación19. Roma estuvo en Britannia, pero no se incorporó a su alma...

 

NOTAS:

1Se trata de una herramienta más “teórica” que “arqueológica”...

2Para esta introducción a la romanización se ha utilizado esencialmente el material de la asignatura, ESPLUGA, X., “El món romà. Urbi et orbi. Romanització i contacte de cultures”, pág. 121-133. Es una exposición muy bien estructurada, que complementaremos con algunas otras referencias que se citarán si son de entidad suficiente.

3VILCHES, José Carlos, “El reparto de África: blanco sobre negro”, en la dirección http://www.jvilchesp.es/historia/hc1/reparto

4La Wikipedia en inglés tiene un artículo que parece muy sólido para explicar las nuevas tendencias historiográficas al respecto: http://en.wikipedia.org/wiki/Romanization_(cultural)

5Véase el corto pero absolutamente pertinente artículo de PÉREZ PARRA y GARCÍA BAREA: El debate sobre la romanización: la historiografía tradicional frente a las nuevas tendencias investigadoras, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, diciembre 2009, en la dirección www.eumed.net/rev/cccss/06/ppgb2.htm

6Por ejemplo, aquí puede verse un buen resumen de la romanización de Hispania, que introduce también muchos conceptos comunes con otros procesos de romanización: http://www.scribd.com/doc/12821574/La-Romanizacion

7Hay autores muy críticos con los “verdaderos” intereses de Roma en sus relaciones con los habitantes de los territorios anexionados, afirmando que Roma “dosificó” cuidadosamente sus acciones un función de sus necesidades.

Por ejemplo, A. M. ROSTOVTZEFF escribe -en su famosa “Historia económica y social del Imperio

Romano”, Madrid, 1937, p. 451, citado por José María Blázquez en “¿Romanización o asimilación? ", consultable en

http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/79171519007138506300080/019733.pdf- lo siguiente:

Además la romanización a fondo de las ciudades y de los campos no entraba en los intereses del gobierno romano, ya que había privado al Estado de excelentes reclutas, tanto para las legiones como para las tropas auxiliares... Tampoco la población de las ciudades llegó a estar acabadamente romanizada y mucho menos la de sus territorios. Por último, muchas de las tribus no fueron nunca urbanizadas, siendo lo que siempre habían sido y viviendo a la antigua usanza... Impresiones que conducen a considerar que el mundo rural vegetaba prisionero de costumbres seculares, impermeable a toda transformación..."

8Por ejemplo, puede leerse el apartado 4.9 “Romanización, epigrafía y economía” en el libro “Britannia y el Mediterráneo: estudios sobre el abastecimiento de aceite bético y africano en Britannia” de César CARRERAS y Pedro FUNARI, Universitat de Barcelona, 1998, consultable parcialmente en la dirección

http://books.google.es/books?id=2KPlXHiNM-sC&pg=PT89

9GIBBON, Edward, “Histoire du déclin et de la chute de l'empire romain. Rome de 96 à 582”, de. Robert Laffont, Col. Bouquins, París, 1995, pág. 948-951. Ya que se trata del final de Roma en Britannia, una referencia a Gibbon parecía obligada...

10Para este resumen cronológico nos hemos basado esencialmente en las siguientes fuentes, siendo difícil escogerlas dado el ingente número de obras sobre el tema:

KELLY, C., “The Roman Empire. A very short introduction”, Oxford University Press, New York, 2006, consultable en http://www.archive.org/stream/TheRomanEmpireaVeryShortIntroduction#page/n0/mode/2up

SALWAY, Peter, “A History of Roman Britain”, Oxford Paperbacks , 2001, consultable parcialmente en

http://books.google.es/books?id=spyCIqTzJu0C&printsec=frontcover En esa obra se basa este buen resumen de la cronología expuesta: http://everything2.com/title/Roman+Britain

11Aquí pueden estudiarse con detalle las campañas militares de Agrícola en Britannia:

http://mural.uv.es/vicmaro/Britania/britanialacampaniaenelnorte.htm#22 Una muy buena descripción, que va siguiendo el texto de Tácito que hace referencia a esas campañas militares. Se ha tomado de ella el mapa que se expone arriba.

12Sobre Tácito puede leerse un buen estudio en el libro de David PANIAGUA “El panorama literario técnico-científico en Roma, Siglos I-II d.C.: Et docere et delectare”, Universidad de Salamanca, 2006, consultable parcialmente en la dirección siguiente (ver páginas 177 y ss.)

http://books.google.es/books?id=oRGyg-TFR8AC&pg=PA177&lpg=PA177

16Ver el artículo de José FERNÁNDEZ UBÍÑA, Universidad de Granada “EL IMPERIO ROMANO COMO SISTEMA DE DOMINACIÓN”, en POLIS. Revista de ideas y formas políticas de la Antigüedad Clásica nº 18, 2006, pp. 75-114.

Consultable en la dirección siguiente (ver especialmente las páginas 81-83)

http://dspace.uah.es/jspui/bitstream/10017/5696/2/El Imperio Romano como Sistema de Dominación.pdf

17Pueden verse aquí las calzadas romanas en Britannia:

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/60/Romanbritain.jpg

18Las dos fotografías suministradas son buena muestra de ello.

El anfiteatro de Londinium y el complejo termal de Aquae Sulis son construcciones típicamente romanas, sin precedentes en Britannia, y que responden ambas a los intentos de atraer a los britanos hacia las costumbres romanas, además, evidentemente, del uso por parte de los propios romanos asentados en el territorio. No obstante, en el caso de Aquae Sulis sí existía previamente a la llegada de los romanos en el 43 d.C. un santuario dedicado a la diosa Sul, pero sin el sentido claramente lúdico de unos baños al estilo romano; los romanos identificaron a Sul con Minerva, y extendieron el santuario con un complejo de baños junto con un templo dedicado al culto de esa diosa. Puede ser muy-muy- interesante dar una ojeada a la dirección

http://faculty.vassar.edu/jolott/old_courses/crosscurrents2001/aquae_sulis/index.html (debe usarse el desplegable al principio de la página)

La fundación de Londinium sobre un asentamiento celta anterior es de la misma época que la de Aquae Sulis, y el anfiteatro está datado en el 70 d.C. inicialmente, con una importante reconstrucción en el principio del Siglo II d.C. Lo poco que queda de él se encuentra bajo la nueva construcción de la Guildhall Art Gallery. Puede ser muy interesante dar una ojeada a la dirección
https://www.cityoflondon.gov.uk/things-to-do/visit-the-city/attractions/guildhall-galleries/Pages/londons-roman-amphitheatre.aspx

19http://everything2.com/title/Roman+Britain Ver la conclusión final...