8.07.Control de temperatura: la sonda

En cualquier sistema de control de temperatura, la sonda con la cual medimos esa variable a controlar es un elemento básico del mismo. La variedad de ellas es muy grande, y a veces es difícil orientarse en su elección, por lo que se enlaza aquí un documento sobre la tipología de las sondas térmicas que puede dar una idea sobre el tema, aunque, como siempre, quedará desactualizado en un plazo de tiempo no muy largo, sirviendo simplemente como una manera de iniciarse en el tema.

La colocación de la sonda en el sitio adecuado determinará en gran medida la exactitud del control térmico deseado.

Como norma general, lo ideal es colocar la sonda en el seno del líquido cuya temperatura queremos controlar, lo más en su centro posible. En principio, salvo sondas ya preparadas al efecto (normalmente largas y de inox) esa situación en el interior del líquido se hará colocando una vaina hueca en la que deslizaremos nuestra sonda de manera que no entre en contacto directo con el líquido, que no es de entrada lo adecuado. La vaina y la sonda deben ir en consonancia de tamantilde;o, para que entre bien pero sin dejar un exceso de espacio entre la sonda y las paredes de la vaina, asegurando un buen contacto térmico. Algunos maceradores y fermentadores ya tienen prevista esa vaina, así que nos fijaremos solamente en los que no la llevan.

Como alternativa puede ponerse la sonda sujeta en la pared exterior del recipiente que contiene el líquido a controlar. No es lo ideal, ya que la temperatura medida estará influenciada tanto por la interior como por la exterior, pero evita tener que pensar en el tema de la vaina. Al principio de una fermentación, por ejemplo, la temperatura real del líquido fermentando puede ser superior en dos o tres grados a la medida por la sonda en el exterior, disminuyendo esa diferencia a medida que el proceso avanza, siempre que la sonda esté bastante aislada del exterior, cosa que no es complicada de hacer (un parche grueso de plástico de burbujas tapando la sonda da buen resultado)


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-Una manera simple y eficaz de enfocar el tema de la vaina es construirla simplemente con un trozo de longitud adecuada de un tubo de silicona, como el que se usa habitualmente en muchos momentos de las elaboraciones de cerveza. Un extremo del tubo se dobla plegándolo un par de veces sobre sí mismo y asegurándolo con una brida de plástico, por ejemplo. El otro extremo debe salir por un taladro que hagamos en la tapa del recipiente, que si es de plástico no es ningún problema y que si es de inox necesitará ir con más cuidado en el taladrado. El diámetro de ese taladrado será algo inferior al diámetro del tubo de silicona que se use, de manera que al pasar a presión asegure la estanqueidad. Una vez colocada esa vaina basta con deslizar la sonda en su interior hasta el final. Previamente nos habremos asegurado de que nuestra sonda entre bien en el tubo y pase correctamente por el estrangulamiento del taladrado.

-Una mejora muy sencilla del sistema anterior puede verse en la imagen adjunta, para conseguir un mejor contacto térmico de la sonda con el líquido. Se pasa la sonda por el interior del tubo y se introduce en un tubo pequentilde;o de vidrio de los usados para muestras. Se antilde;ade una pequentilde;a cantidad de aceite nuevo de motor, sintético sin detergente es lo ideal, que asegurará un buen contacto térmico sin estropear la sonda. Se sella el tubo de vidrio con silicona térmica, y se introduce en el tubo de silicona hasta asegurar la estanqueidad. El otro extremo del tubo, que ya tiene la sonda pasada por él de manera permanente, pasará por el taladro hecho en la tapa del recipiente, el diámetro del cual habrá tenido en cuenta la forma y el tamaño del conector de la sonda.


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-También puede recurrirse a vainas compradas, normalmente de inox y acompañadas de un tapón, para el que hay que hacer un taladro en la tapa del recipiente.

-Al elegir este tipo de solución se debe tener en cuenta el diámetro interior, de manera que nuestra sonda pueda entrar bien en la vaina, y su longitud, para que llegue de manera suficiente al líquido cuya temperatura se quiere controlar.


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-Una curiosa y práctica variante de la vaina anterior consiste en usar un mismo tapón para el airlock y la vaina, de manera que no haya que hacer ningún taladro nuevo en el fermentador.

-Si el tapón no se ajusta bien al agujero que ya tenemos en nuestro fermentador, habrá que modificar ese agujero o cambiar de tapón, según convenga.